domingo, 15 de julio de 2018

El verano del Endocrino



No se trata, desde luego, de un personaje convencional. Un buen día, sin que nadie tenga noticia previa de él, aparece en la pequeña localidad de Labriegos un hombre poco hablador, amable y amante de los libros al que, de forma casi azarosa, comienza a conocerse como El Endocrino. Al principio, todos lo miran con curiosidad pero con cierta distancia, hasta que el intruso se va ganando el favor de los lugareños: primero, interesándose por todas las labores agrícolas de la población; después, ayudándolos con su inteligencia detectivesca a resolver pequeños misterios locales (qué animal está devorando las gallinas de un vecino, dónde está el coche que desapareció hace días de forma inopinada, quién ha robado una talla de la Virgen de la ermita).
Poco a poco, el Endocrino se convierte en un tipo curioso… y con curiosidad, que canaliza (al estilo de los Bouvard y Pécuchet flaubertianos) hacia mundos tan distintos como la botánica, la sociología o la historia. En todos esos ámbitos se verá sometido a experiencias de lo más llamativas, que sorprenden al lector y lo llevan de la mano a través de una narración amena y divertida, con instantes de humor, de reflexión y de aprendizaje. Para contarnos esas peripecias, el novelista recurre a la voz de un maestro de Primaria, que conoce durante ese largo verano al Endocrino y que tiene acceso posteriormente a sus cuadernos de apuntes. Él nos va a ir desgranando la evolución de sus intereses y peripecias con gracia y minucia casi entomológicas.
El extremeño Juan Ramón Santos (Plasencia, 1975), quien ya nos tiene acostumbrados a obras excelentes dentro del territorio del relato corto (Cuaderno escolar, Perder el tiempo), la poesía (Aire de familia) y la novela (El tesoro de la isla), nos entrega una vez más un volumen exquisito. En este último trabajo yo destacaría de forma especial la impronta cervantina que el escritor ha tatuado en su prosa, elegantemente juguetona y de voluntad clásica, con oraciones largas y musicales. El resultado es una novela fluida, delicada, densa y de una sonoridad muy brillante. Si andan buscando para este verano un texto de tanta perfección formal como atractivo argumento yo les recomiendo esta novela publicada por Baile del Sol. Creo que puede gustarles.

1 comentario:

La Pelipequirroja del Gato Trotero dijo...

En mi pueblo había un personaje al que se le conocía como el Cowboy por su sombrero y sus botas, y además era yankee, se dice que llegó desde Francia en la Segunda GM y se quedó por aquí; fue pastor, albañil, artesano,cocinero, juez de paz y hasta boticario 😁 yo le recuerdo arreglándonos las bicis y curando los animalitos que le llevábamos heridos, me fascinaban sus historias y sumado a mí intrínseca alma de portera y mi facilidad a montarme películas, aquel personaje (Cornelius Mc no se qué, lo supimos en el funeral) era un imán para mí...y toda esta opereta para decir que me has convencido totalmente, este libro es pa mí 😅😅😅

Besito.