Me releo, para
abrir el verano de 2018, los versos de Poeta
en Nueva York, de Federico García Lorca, que vuelvo a encontrar llenos de
imágenes sorprendentes, poderosas construcciones verbales y delirante magia
onírica. Qué manera de sentirme traspasado por las palabras del granadino. Sería
muy presuntuoso si dijera que lo he entendido totalmente. No ha sido así. Ni
ocurrió en la primera lectura, ni en la segunda, ni en ésta (me he negado a
leer todo tipo de notas a pie de página o explicaciones eruditas sobre el
poemario). Pero añadiré que sí lo he sentido. Sus adjetivos y sus insólitas
metáforas se me colaban por los ojos, reptaban por el interior de mi cabeza y
dibujaban luces en mis oídos. Hay poemas que me ha gustado releer tres o cuatro
veces (“Paisaje con dos tumbas y un perro asirio”) y otros donde me entusiasman
las claves psicológicas que contiene (“Oda a Walt Whitman”). Todo el poemario
es como el fruto de una borrachera de sensaciones, una embriaguez furiosa de sustantivos
y adjetivos que copulan en una atmósfera de aceite y LSD. Quizá se antoje
sacrílego, pero yo creo que el poeta no quería “decir” nada con estas páginas:
quería “transmitir” un estado de ánimo. No hay racionalidad ni cálculo en estos
versos. No hay premeditación ni estrategia. Hay tumultos interiores de lava que
no sabe por dónde salir y excava pasadizos. Federico sólo le puso las palabras
a ese vulcanismo telúrico. Palabras maravillosas, por cierto. Palabras que no
quiero que nadie me explique, para que no reduzca su magia.
“Mi rostro distinto
de cada día”. “Hay un dolor de huecos por el aire sin gente”. “A veces las
monedas en enjambres furiosos / taladran y devoran abandonados niños”. “Te dejaré
pacer en mis mejillas”. “El que teme la muerte la llevará sobre los hombros”.
“Quiero llorar porque me da la gana, / como lloran los niños del último banco,
/ porque no soy un hombre, ni un poeta, ni una hoja, / pero sí un pulso herido
que ronda las cosas del otro lado”. “Yo no pregunto, yo deseo”. “La verdad de
las cosas equivocadas”. “Hay barcos que buscan ser mirados para poder hundirse
tranquilos”. “Yo denuncio a toda la gente / que ignora la otra mitad”.
1 comentario:
Para mí supuso un antes y un después, esta obra la conocí en esas etapas estudiantiles en el que no te gusta nada, reniegas de todo, piensas que todo es un rollo, que te crees mejor que nadie y entonces alguien me dejó el libro y me dijo:lee y piensa en ello y luego me cuentas...me cambió la vida 😊
Besitos.
Publicar un comentario