viernes, 13 de julio de 2018

Un árbol, un adiós



Termino una pequeña novela de Marina Mayoral a la que puso como título Un árbol, un adiós (Acento Editorial, Madrid, 1996). Es la historia de una mujer llamada Laura que, ya casada y con hijos, vuelve al lugar de su infancia con el objetivo de plantar un magnolio. Allí reencuentra a Paco, el primer amor de su vida (magnífico capítulo VIII, donde cuenta cómo se despidió de él haciendo el amor junto a un hórreo, aunque en Madrid la estaba esperando el novio con el que se acabaría casando), y comprende que la melancolía y la memoria son parte imprescindible de la existencia.
Me ha gustado mucho este texto, y creo que está bien conseguido. A veces, inevitablemente, el monólogo se vuelve un poco forzado; pero en líneas generales está resuelto con elegancia y con oficio narrativo.
“A la belleza no hay que exigirle nada” (31). “La vida es un juego cruel en el que todos somos perdedores” (72). “Sentirse indispensable llena mucho” (78).

1 comentario:

La Pelipequirroja del Gato Trotero dijo...

Bueno, cuando yo me divorcié -la primera vez, ups- planté un lilar en le patio de mi abuela al quitar esta una higuera enferma...no tiene nada que ver, o casi nada, pero me lo ha traído a la mente.
Solo por eso lo leería, así de simple.

Besos.