sábado, 4 de octubre de 2025

Huelga en el puerto

 


Leo la breve obra teatral Huelga en el puerto, de María Teresa León, que dentro de muy poco cumplirá un siglo. Versa sobre los detalles que rodean la convocatoria de una huelga en Sevilla, que pretende mejorar la condición de los obreros y que sufre las zancadillas de la patronal, la cual consigue movilizar un grupo de esquiroles para torpedearla. Los personajes masculinos son designados en casi todos los casos por su condición social (obrero, trabajador, telegrafista, pobre, ministro, vendedor), mientras que las mujeres (qué detalle más gráfico y más significativo) son designadas más frecuentemente con un número (mujer dos, mujer cinco). De vez en cuando, la escritora nos deja algún parlamento más largo y articulado (“¡Qué triste es ser guardia! Saliendo con miedo de casa todos los días, con la conciencia como los haces del trigo, apretada con un cordel. Debe saberles la boca a hieles cuando disparan, porque ellos tienen familia entre los obreros. Están engendrados por la misma sangre proletaria. No se dan cuenta que van asesinando, deshaciendo a balazos la vida de sus hijos, y que sus hijos les maldecirán”), aunque la inmensa mayoría de las intervenciones son rápidas, nerviosas, arrebatándose la voz unas a otras.

Entiendo que la pieza (que fue publicado en la revista Octubre en el año 1933) ha envejecido mal, porque el furor de su espíritu revolucionario no logra combinarse con una formulación literaria digna de aplauso. O no, al menos, desde mi punto de vista. Su tema es muy respetable, claro; pero quizá su condición de “arma de combate ideológica” perjudica su posteridad. Tiene mi admiración, siempre, pero no mis vítores.

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