sábado, 7 de septiembre de 2024

El Borbón rojo

 


Siguiendo con su aproximación teatral a los últimos Borbones, Ignacio Amestoy se centra en su pieza El Borbón rojo (que edita Fernando Doménech Rico con el sello Cátedra) en la figura de Juan de Borbón y Battenberg, que fue nieto de rey (Alfonso XII), hijo de rey (Alfonso XIII), padre de rey (Juan Carlos I) y abuelo de rey (Felipe VI), pero que jamás llegó a ser investido monarca. Esa sugerente condición histórica, propiciada por el general Franco, lo convierte en una de las figuras más curiosas del panorama político español del siglo XX. Sobre ella vertebra el dramaturgo bilbaíno una visión muy interesante sobre innumerables personajes de España y del resto del mundo, desde Eisenhower hasta Felipe González, pasando por Santiago Carrillo, Indalecio Prieto, Luis María Anson, Truman o el propio Franco. En la larga charla que Juan de Borbón mantiene con el bufón Francesillo de Zúñiga (personaje clave de la tetralogía “Todo por la Corona”) puede observarse varias ideas que lo obsesionan: la primera, que uno de sus hijos lo traicionó, dejándose envolver hasta límites inadmisibles por el dictador gallego. Así, por ejemplo, cuando lamenta el panorama que tiene que afrontar su nieto Felipe VI, “cargado con las hipotecas de los últimos Alfonsos, mis perjuros padres, y de mi hijo doblemente traidor, y tan lujurioso como ellos”. Ese hijo no es otro que Juan Carlos que, protegido ya por Franco, dio muerte a su hermano Alfonso con una escopeta, en un oscuro episodio que el protagonista no duda en resumir con sangrante exactitud: “Caín ha matado a Abel otra vez. Juan disparó sobre don Alfonso, recién comulgado. En Jueves Santo. Para mí, Viernes de Apocalipsis. Juan mata a mi príncipe. La legitimidad es asesinada por el franquismo”. No se puede ser más directo. Ni es tampoco la única referencia bíblica del texto, porque la trayectoria de Juan de Borbón será comparada con la de Moisés (que llegó hasta el límite de la Tierra Prometida, pero no pudo entrar en ella) y se deslizarán, aquí y allá, menciones sobre el Gólgota, citas de san Mateo o alusiones a los Salmos.

Atrevida, deslenguada y mortífera, esta espléndida crónica de Ignacio Amestoy está espolvoreada de nombres del cine, del deporte, de la tauromaquia, de la publicidad y del periodismo, que la convierten en un documento lleno de agilidad, sugerencias y ácido sulfúrico, que conviene leer para ampliar nuestros conocimientos sobre aquel hombre que fue protagonista y víctima, ventrílocuo y marioneta, engañador y engañado; y, también, para conocer un poco más sobre los tejemanejes, componendas, negociaciones y fraudes que condujeron a fraguar la España en la que vivimos.

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