Abramos
las páginas de Lo que piensan los hombres bajo el agua, de Marino
González Montero, y veamos qué historias nos propone. En primer lugar, crece
ante nuestros ojos una aventura en veinte diapositivas (“En la piscina”) sobre
un hombre que decide adquirir un bono de treinta baños y que nos va contando
los detalles de su odisea: los gritos de los niños, los silbatos de los
monitores, el pudor a la hora de desnudarse en los vestuarios… Y al final, en
una memorable secuencia, una simpática sorpresa. Luego accedemos al segundo
bloque (“De compras”), donde seguimos al narrador por un laberinto de
televisores, neveras, cuchillos, perfumes, pasillos donde se alinean los
productos de limpieza, bragas inauditamente sustraídas... y un rotulador final,
tan gamberro como gracioso. Les recomiendo que en esta parte presten especial
atención a la emotiva sección XVII. Después, Marino nos invita a salir “De
bares”, una franja narrativa llena de personajes solitarios, reflexiones a
mitad de camino entre lo serio y lo zumbón, pintadas en los aseos, música
ambiental, bebedores recalcitrantes e incluso un guiño a Los Simpson. Y, por
fin, “Las clases”, con el bostezo continuo de los estudiantes, la rabia por
tener que aprender palabras que nada significan para ellos y el estupor
creciente del profesor, que oscila entre la entrega sacerdotal y el hastío (detengan
la mirada sobre todo en la bellísima secuencia V, que sin duda emocionará a todas
las personas que se dediquen a la enseñanza).
El volumen, que se lee con fluidez, está salpicado por agradables pinceladas de humor, que otorgan una coloración distinta a situaciones cotidianas (es decir, invisibles) y que los lectores aplaudimos, porque nos permiten contemplar dichas situaciones “desde el otro lado” (como las ronda el poeta, según García Lorca). Con buen ojo narrativo, el autor registra los perfiles de la realidad y los va yuxtaponiendo en sus hojas, para mostrarnos las teselas de nuestro entorno, el mosaico multicolor de la piscina, del supermercado, del bar, del centro de enseñanza. Las viñetas del mundo. Es decir, aquello que los demás tenemos delante y en lo que, quizá, no hemos reparado. Hagan el experimento de leerlo. Verán qué curioso.
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