Por
influencia de la publicidad (o por otras razones que me imagino que serán tan
variadas como respetables), hay ciertas personas que buscan sus lecturas entre
los autores emergentes de Milwaukee, los fiordos escandinavos o la costa de
Namibia. Yo, que soy más de andar por casa, suelo fijarme en escritores que
tengo más cercanos: en Murcia, en Moratalla, en Alcantarilla, en Cartagena, en
Molina de Segura, en Santomera. Imagino que no es ni mejor ni peor: es mi forma
de ver las cosas. Y hoy, siguiendo esa línea, vuelvo a un interesante narrador de
Mula al que conocí literariamente leyendo su volumen Atropia, que ya
dejé anotado en este Librario íntimo. Mi nueva aproximación se ha centrado en la
colección de cuentos titulada Literatura mínima, que el sello DobleCé Ediciones
puso en circulación en 2022.
En
estas nueve fabulaciones, Manuel Susarte Román nos deja pequeñas gotas
melancólicas en la voz de un anciano (“Besos de membrillo”); historias que nos
dejan sorprendidos en sus instantes últimos, con trallazos que nos hacen abrir
los ojos (“Buscando el equilibrio” o “El monstruo”); regalos cuánticos
sorprendentes que se instalan en el corazón y no lo abandonan nunca (“De cajas
y gatos”); duras críticas a un mundillo literario que se basa en la mendacidad
de unos y el candor de otros (“Incógnito”); e historias que traspasan la
frontera de “lo real” para conducirnos a un territorio cenagoso y oscuro donde
el espanto puede erizarnos la piel como se la eriza a los protagonistas
(“Sombras”, “Campanas en la lluvia” o “Fotografías”).
En cada uno de estos viajes narrativos, Manuel Susarte resulta convincente y eficaz. Sabe perfectamente lo que está haciendo y, por eso, dispone sus materiales con alto sentido sobre las páginas. El resultado son nueve pequeñas maquinarias de gran belleza, sin fisuras, muy agradables de leer.
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