sábado, 4 de febrero de 2023

El Goya del Titanic

 


No incurro en ninguna vileza ni en ningún spoiler (perdóneseme la palabra, tan usada últimamente en nuestro mundo de series televisivas) si adelanto algunos elementos argumentales que ya vienen insinuados en el título mismo de esta novela: Francisco de Goya, el sordo de Fuendetodos, pintó un retrato de Godoy, por encargo del ayuntamiento de Murcia, en los primeros años del siglo XIX. Y esa obra, por una serie de avatares asombrosos, casi rocambolescos, terminó en el camarote del capitán del Titanic, Edward John Smith; y, por tanto, se halla en el fondo del océano Atlántico desde el mes de abril de 1912. ¿Cómo se las organiza Santiago Delgado para introducir en esta trama seductora al conde de Floridablanca, a Antonete Gálvez, al marqués lorquino Pedro Rossique, al artista caravaqueño Rafael Tegeo, al duque de Wellington, al multimillonario John Jacob Astor IV (el hombre más rico del mundo en su día), al banquero Rothschild y a otros singulares personajes franceses, ingleses y norteamericanos entre 1800 y la actualidad? Pues oigan, se las organiza. Y lo hace (ningún asombro causará tal afirmación entre quienes conocen sus libros) con una desenvoltura y unos conocimientos históricos y artísticos que anonadan. Todos los detalles están milimétricamente calculados, todas las acciones se articulan de modo coherente, todos los emplazamientos resultan creíbles, todos los razonamientos (políticos, militares, económicos) se antojan impecables. El resultado es una novela de gran intensidad y marcado poder magnético, que la editorial MurciaLibro ha tenido la inteligencia de publicar y que nos ratifica algo que ya estaba clarísimo desde hace muchos años: que Santiago es uno de los creadores más firmes y poliédricos con los que cuenta la historia de la Región de Murcia.

Con este argumento, lleno de sorpresas, heroicidades, erotismo, argucias y viajes, un guionista avispado vertebraría una serie (hablaba de series al comienzo de mi comentario y quiero acabarla del mismo modo) de éxito asegurado. Lean ustedes la novela y seguro que me dan la razón.

1 comentario:

Santiago Delgado dijo...

Otro abrazo infinito, Rubén