jueves, 2 de febrero de 2023

La isla de los Pavos Reales

 


Con los detalles que el narrador va diseminando como pétalos tristes por esta novela podemos reconstruir, en parte, esa flor ahora tronchada que se llamó, en vida, Achternach. Trabajaba como experimentado fiscal en la Audiencia situada en la Witzlebenstrasse; y un día, para sorpresa de compañeros y familia, decidió defender a un acusado. A partir de entonces, malherido por una extraña melancolía, su temperamento se fue volviendo taciturno, silente, huraño. Se refugiaba de forma perpetua en el desván de la casa de su suegro, Fehrenmark, donde vivía con su esposa Gerda; y se volvió un hombre impenetrable y arisco. Lentamente, con la reiteración obstinada de su encierro, fue colmando la paciencia del octogenario Fehrenmark, quien llegó a pronunciar ante él unas terribles palabras (“El honor del nihilista, herr Achternach, consiste todavía en el suicidio”, p.87), las cuales no sirvieron más que para perfeccionar su abatimiento y su misantropía, hasta límites patológicos (“El desgarro existencial es incurable”, p.99). Un buen número de somníferos, disueltos en el café que le sirve su esposa, actuarán como drástica puerta de salida para su situación.

Pero su muerte acarrea para Gerda un trauma irresoluble, que la mujer mitiga por la vía más inesperada: actuando como si Achternach continuase vivo junto a ella. Así, le pone su plato y su copa a la hora de comer, habla en voz alta como si conversase con su esposo, mira el vacío como si él estuviera a su lado en la sala… Preocupado por la salud mental de su hija, Fehrenmark invita a la casa al médico Merten, antiguo amigo de Achternach y antiguo pretendiente de Gerda, con el objetivo de que la ayude en su recuperación emocional, quizá incluso casándose con ella. Pero la convivencia no va a resultar sencilla para ninguno de los tres. O de los cuatro.

La isla de los Pavos Reales, la novela de Hartmut Lange que Ana María de la Fuente tradujo y que fue publicada en 1988 por el sello Seix Barral, es un texto lánguido, donde la fatiga vital, el cansancio espiritual y unos paisajes moderados por la bruma consiguen aunarse para conformar un libro muy hermoso.

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