Me
concedo la alegría de leer una obra que fue galardonada en el XXX premio de
novela Ciudad de Jumilla y de la que es autor el magnífico Paco Rabadán Aroca.
En
esta ocasión, el novelista nos sitúa en los primeros años del siglo XVI, en la localidad
de Santarén (muy cerca de Qantarat Asqaba), junto al río Blanco (o, por decirlo
con toponimias actuales, la Alcantarilla que duerme junto al río Segura). Allí
conocemos a los componentes de la familia mudéjar donde se ha criado el niño
Ayman, entre vecinos pacíficos (Imad) o malévolos (Kadar), que tienen que
sobrevivir en un mundo donde la religiosidad católica dominante los oprime y
mira con desdeñosa altanería. Se dedican a cultivar unas tahúllas de tierra
fértil, de las que obtienen todo lo que necesitan para tirar adelante… hasta
que un día se produce un espantoso crimen, del que se acusa al padre de Ayman,
quien es inmediatamente detenido y conducido a prisión.
A
partir de ese momento, el niño se obstinará en descubrir quién ha podido ser el
auténtico autor del crimen y cuáles han sido sus motivaciones. Además, logrará desenterrar
(con la ayuda del viejo Faris) un antiguo cofre, cuyo enigma logrará sorprender
a los lectores de la obra.
Con
un dominio notable de los resortes novelescos, Paco Rabadán nos lleva de la
mano por un mundo cerril y primario, donde los odios, las venganzas, la codicia
o el desprecio dominan a los personajes, que sobreviven luchando a brazo
partido en un mundo agrícola dominado por la tierra y el agua.
Sin duda, una obra que merece la pena leer. Búsquenla.
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