Que
el género negro es ahora mismo uno de los más frecuentados y leídos de España
no es información que pueda sorprender a nadie: los escaparates de las
librerías están repletos de títulos de esa temática, proliferan las Semanas
donde se habla de ellos (Getafe, Gijón, Valencia, Cartagena, Córdoba), hay
editoriales que publican mucho y bueno en el ámbito negro (estoy pensando en
Erein) y los periódicos ofrecen continuas informaciones en sus páginas
culturales sobre sus autores más significativos.
Precisamente
ahora acabo de terminar una novela de ese tipo, que me ha gustado muchísimo y
que tiene la particularidad de que dos autores experimentados del género
(Alfonso Gutiérrez Caro y Antonio Parra Sanz) unen sus talentos para
redactarla. Y no sólo unen sus talentos, sino que unen (en un consorcio
simpático y altamente eficaz) a sus criaturas narrativas, que suman fuerzas
para resolver un complicado caso: Alfonso Gutiérrez aporta a Samuel Alonso,
quien recibe el encargo de localizar a un chico llamado Cristian; y Antonio
Parra añade a Sergio Gomes, que debe localizar a una chica llamada Carmen. Los
hilos de sus largas investigaciones los llevan a confluir en Mister Witt,
mítico local cartagenero; y deciden trabajar juntos después de descubrir que
Carmen y Cristian son pareja.
Nadie,
absolutamente nadie, saldrá defraudado de esta lectura. Los lectores de
Cartagena se encontrarán con el instituto Mediterráneo (donde enseña Ascensión
y al que se acerca su marido Rocamora), con la polifacética artista Ana Ballabriga
o con la joven cantante Lydia Martín. Los lectores amantes del género negro se
encontrarán con persecuciones, disparos, traiciones, robos de dinero, matones
inquietantes, golpes en la nuca, pasadizos secretos, hospitales y policías. Y
los lectores (simplemente eso: lectores) se encontrarán con un continuo
despliegue de humor, ironías, excelentes descripciones, sintaxis admirable y
unos diálogos tan convincentes como inolvidables.
Si quieren disfrutar este verano de una novela estupenda (o regalarla), pueden acudir sin dudar a Los muertos de las guerras tienen los pies descalzos, editado por Cosecha Negra Ediciones. Creo que me agradecerán el consejo.
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