lunes, 6 de junio de 2022

Algo pasa en el mundo

 


Hay dos autores a los que temo profundamente, porque cada uno de sus libros me gusta más que el anterior, pero también me hace más daño que el anterior: Emil Cioran y Miguel Sánchez Robles. No puedo (ni quiero, porque me fascinan) evitar nunca su lectura: me abren los ojos de tal manera, me abren la mente de tal manera, que la luz que procuran me hiere como un estilete, me perfora y me aniquila, como le ocurría a la rusa mala de Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal. Y como Cioran está muerto, no tengo problemas en reconocer que el autor vivo que más me perturba, que más me afecta, es el caravaqueño Miguel Sánchez Robles. Incapaz de despegarme de sus páginas una vez que las he abierto, noto que su mirada sobre el mundo y sobre el ser humano me desgarran, porque me obligan a situarme en el punto de vista que él adopta. Y sufro. Y noto que me duele. Y no lo dejo.

Manu, el Magra, es un chico que ha ido atravesando experiencias traumáticas en su vida (incluida una estancia en la cárcel) y que mira su interior y su alrededor con la lucidez de quien se ha lavado los ojos de forma definitiva y contempla los horrores, desviaciones e insensateces del mundo. Tiene a su lado a Marta, una chica que ha pasado por la droga y por la enfermedad; tiene a su lado a los amigos bebedores del Mar Báltico, un bar periférico donde la rareza y la anormalidad son aceptadas como rasgos hermosos; y tiene a su madre, a quien le escribe de forma continua cartas, observaciones y poemas, explicándole que cada vez entiende y ama menos el mundo que lo rodea. Sufre (así se pregona desde el subtítulo de la novela y se explica con detalle en las páginas finales del volumen) el síndrome de Hybris, que le otorga una visión cristalina e hiriente de la pantanosa realidad del mundo.

Con esta obra, que es pura lucidez, pura poesía, pura belleza desgarrada, puro bisturí, puro puñetazo en la boca del estómago, puro colirio, puro trago de alcohol, pura luz, Miguel Sánchez Robles obtuvo el XXXI premio Torrente Ballester en el año 2019. Serían ustedes muy insensatos si no la leyeran.

1 comentario:

La Pelipequirroja dijo...

Pasan muuuuuchas cosas...Belleza desgarrada, ya me has ganado. Y lo sabes.

Besos