Tercera
reaproximación en pocos días a Menandro, del que disfruto La samia, una
deliciosa opereta de amor y desamor en la cual Démeas comete el exceso de desconfiar
de su compañera sentimental Críside (que ejerció la prostitución antes de
acabar a su lado) y de su propio hijo (el fogoso Mosquión). Carcomido por unos
celos que no es capaz de moderar ni interrumpir, Démeas llega al convencimiento
de que ambos, Críside y Mosquión, han mantenido relaciones sexuales y han
llegado a engendrar un hijo a sus espaldas. Después de no pocas confusiones, el
embrollo se aclara y las bodas y la felicidad acallan las amarguras.
Es
una pequeña pieza muy bien construida y con un excelente tempo escénico, que me
he agradado recuperar.
Conviene subrayar con todos los colores del mundo esta frase de la obra: “No recuerdes sólo un único día de mi vida en que me equivoqué y olvides todos los demás”.
1 comentario:
Hasta que no nos Menandrice a todos, no va a parar usted, profesor 😂
Pero ese final me ha cautivado.
Besos
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