Continúo
explorando la dramaturgia de Menandro, y hoy me sumerjo en las aguas teatrales
de El misántropo, cuyo protagonista es el desagradable Cnemón, un viejo
iracundo que demuestra constantemente su animadversión hacia sus semejantes y
que, al final de la obra (en justo castigo a su estupidez), deberá dar marcha
atrás en su comportamiento y moderar su hurañía tras ser salvado de un pozo.
Con bodas (y con algunas palizas, que van salpimentando las páginas), la obra
concluye en medio de la felicidad general.
Como lema para quienes hayan experimentado un fracaso, ahí va una frase llena de luz: “Nunca debe desesperar totalmente de una empresa el que es sensato. Todo puede conseguirse con cuidado y con esfuerzo”.
1 comentario:
Buen consejo... aunque suene s sentencia 😉💋
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