No
sé cuándo leí (aunque sí sé que me gustó mucho) mi primer poema de Ben Clark.
No sé cuándo leí (y también recuerdo que me gustó mucho) el segundo. Y tampoco
sé por qué, con esos dos intentos satisfactorios, no me propuse buscar de
inmediato un libro completo del autor. No hace falta que nadie me señale la
estupidez de esa postergación, porque bien clara la tengo y como tal la asumo.
Sólo me queda refugiarme en la idea de que los buenos autores son pacientes y
que saben aguardar hasta que tú termines por adentrarte en su sendero.
Hace
unas semanas me di una vuelta por el catálogo de varias editoriales que me
resultan queridas, con la voluntad de adquirir más libros. Del sello Sloper
quería hacerme con la última novela de Pedro Ugarte y con otra de Román Piña… Y
de pronto vi el volumen Armisticio, de Ben Clark, que encargué de
inmediato tras comentárselo a mi mujer (quien, deseando darme una sorpresa, encargó
esa misma noche los libros de Ugarte y de Clark: ahora tenemos dos ejemplares
de cada).
Acabada la lectura, corroboro la imagen previa que tenía del escritor ibicenco: un auténtico mago del ritmo, un excelente manejador de la ironía, un endecasilabista prodigioso. Un poeta. Emotivo en el “Omenage a Eric”. Liviano y contundente en “Alegría”. Cautivador en la letanía de “Con”. Juguetón y profundo en “El poeta recibe un WhatsApp del amor”. La lista se podría alargar y sólo sería rigurosa si cubriese todo el volumen. “Y no es que existan cosas que no cambian, / es que hay cosas que cambian y no importa”, escribe Clark en la página 35. “La oscuridad es cierta y es sincera, / no hay luz que no nos mienta a largo plazo”, anota en la 70. También estas citas podrían alargarse y sólo serían ilustrativas si cubriesen todo el volumen. Así que acéptenme un consejo: no tarden tanto como yo en acudir a los libros de este autor.
1 comentario:
Tendré que tener esa primera vez y tal vez esa segunda, para ver si a mí también me gusta tanto 😉💋
Publicar un comentario