En su
obra Del azul (Huerga y Fierro
Editores, 2000), la escritora Juana J. Marín Saura prosigue la línea dolorosa
que había comenzado en libros anteriores y nos reitera símbolos ya anticipados:
la isla (que puede ser el corazón, el amor o la poesía), el mar (que golpea a
la escritora, o la acaricia, o le borda de espuma los tobillos), el faro (que
representa magníficamente la esperanza), etc. Hay algunos poemas donde de nuevo
nos habla de pintura (la autora es diplomada en Artes Plásticas), como los
dedicados a Toulouse Lautrec, Degas o José María Párraga; hay un poema
emocionantísimo donde nos habla de alguien que se encuentra en una silla de
ruedas (p.57); y hay también un poema donde vuelve a recordarnos sus ansias de
maternidad, no cumplidas (pp.61-63).
Frente a
este volumen admirable de Juana J. Marín Saura experimenta el lector la
sensación de encontrarse ante una especie de aleph borgiano: todos sus temas
principales, sus símbolos más puros y sus sonidos mejores están aquí, girando
en torno a la noción de “isla”. Pero hacia el final del poemario, como si la
autora estuviera aguardando para derramarnos encima el agua gélida de la
decepción, nos proclamará: “Yo tenía una isla […]. Ahora no sé si tengo algo”
(p.81).
En
realidad, lo que tiene la escritora es más que “algo”: tiene una espléndida voz
poética. Y eso los lectores siempre lo agradecen.
1 comentario:
Yo tuve una península...me independicé y la convertí en isla. Ahora es solo un islote.
Besos 💋💋💋
Publicar un comentario