Imaginemos
a un escritor que se consagra de forma neurótica, febril, absoluta, a la
composición de su gran obra literaria, a la que consagra días y noches, semanas
y meses. En plena vorágine creativa (e inmerso en la más triste de las
pobrezas), se queda sin papel para continuar escribiendo, así que su mujer
decide salir a la calle para prostituirse e invertir la ganancia en resmas. Su
acción es terrible, pero tiene suerte: el hombre que se acerca hasta ella para
contratar sus servicios acierta a reconocerla; y descubre por qué está
realizando este sacrificio.
Imaginemos
ahora a un hombre que se encuentra en la cárcel. Es un preso político al que su
hija supone viajando por el mundo. Para evitarle la amargura (y también para
que la inocencia y la felicidad continúen anidando en su corazón), consigue que
un compañero de celda, falsificador consumado, elabore para él sellos de
distintos países, que irá colocando en las cartas que envíe a su hija. Es un
engaño lleno de amor que, lógicamente, tiene que llegar a su término algún día.
Son dos
de las historias que contiene el interesante volumen Papel, papel y tinta, de la escritora Paloma Ulloa, nacida en Yverdon
les Bains (Suiza) en 1968, que publica el sello Talentura y por el que, en mi
opinión, merece la pena pasearse.
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