Es un
libro breve, extremadamente breve. De hecho, puede ser leído en apenas diez
minutos, porque cada una de sus cuarenta y una páginas repite el mismo formato:
una imagen (siempre la misma: la espalda de un varón que lleva un traje de tono
claro) y apenas unas pocas palabras acompañándola. Pero cometerá un error quien
juzgue que esa condición sinóptica o conceptista lo convierte en una lectura
liviana. Por el contrario, lo que el mexicano Ismael Velázquez Juárez nos
presenta en Sea un arma (Manual de
autoayuda contra sí mismo) es, desde el punto de vista filosófico, un
auténtico plasma de quarks: un producto tan denso y tan caliente que resulta
difícil enfrentarse a él y salir indemne.
Cada una
de sus diminutas sentencias o aforismos líricos nos desplaza hacia los límites
del vértigo, por causas muy diversas: porque nos revela nuestra condición
insensata (“Usted / es un error / que cumple años”), porque ilumina los
senderos alienantes por los que nos vemos obligados a transitar (“Usted / sigue
un plan / que no es el suyo”), porque nos enfrenta con el espejo de la realidad
y nos invita a obrar en consecuencia (“Sólo diga la verdad / Es la única forma
/ de sobrellevar esta mentira”), porque nos torpedea la esperanza con su
nihilismo (“Dios no creó nada / Destruyó todo / Usted es un escombro”) o porque
nos dibuja un horizonte donde no existen asideros a los que aferrarse (“Gracias
por esperar / No hay nada que esperar / Siga esperando”).
El sello
Liliputienses continúa arriesgando con libros audaces, incómodos, aguerridos, lúcidos, que te
obligan a repensar la literatura no solamente como un despliegue formal, atento
al preciosismo de su lenguaje, sino también como un ejercicio de análisis del
mundo, ante el que conviene remangarse y hundir los brazos con valentía.
1 comentario:
Me recuerda ligeramente a la obra de Marina Koizumi, ligeramente...y me gusta.
Besitos 💋💋💋
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