martes, 23 de abril de 2019

La tienda de figuras de porcelana




No estoy muy seguro de cuáles son (quizá el plural resulte hiperbólico) las virtudes que atesoro, pero una de ellas sí que creo poseerla en razonable medida: el buen gusto como lector. Docenas de miles de horas con los ojos metidos entre libros me han ayudado (eso espero) a conseguir un cierto criterio en materia literaria. Así que cuando llegaron a mis manos los primeros escritos de Salva Solano, a finales de 2017, tardé muy poco en darme cuenta de que poseía un notable talento para la construcción de historias breves, que ahora se materializa en el volumen titulado La tienda de figuras de porcelana, que el sello Malbec puso en circulación hace un mes.
El tomo se abre con un relato espléndido, de estirpe borgiana (“Dios mueve el jugador, y éste la pieza. ¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza?”, escribía el argentino), sobre un domo de nieve tan inquietante como mágico; y se cierra con un divertimento onírico-demoníaco, en el que Salva Solano desarrolla con gran brillantez (y sin ningún desmayo) una trama tan fácil de explicar como compleja de mantener narrativamente. En medio, enjoyadas con buenas adjetivaciones, imágenes brillantes (“Una gaviota permanecía inmóvil, veinte peldaños de aire sobre su cabeza”) y metáforas muy atrevidas (en la página 134 llama “herradura sonora” a unos auriculares), nos entrega un plausible abanico de historias: un episodio de ira escolar, que se resuelve de un modo vergonzante contra un débil (“Las furias inoportunas”); el alborear de un cosquilleo amoroso durante los días de la preadolescencia (“Aicnegreme ed adilas”); la experiencia traumática que experimenta una joven limpiadora en la habitación de un hotel (“Dulce en tu boca, amargo en tu vientre”); o, en fin, relatos donde el escritor cartagenero se decanta por conducirnos hacia un final inesperado, que convierte su narración en la mecha encendida de una bomba (“El sabor de la sangre”, “Locura contagiosa” o “La línea circular”).
Un libro muy notable (leer en el prólogo la justificación del título es una auténtica gozada), que permite descubrir para el público a un nuevo escritor que tiene, lo sé de buena tinta, muchas y muy interesantes cosas dentro de la cabeza.

2 comentarios:

supersalvajuan dijo...

Esa cita de Borges también estaba en La tabla de Flandes si no me falla la memoria...

La Pelipequirroja del Gato Trotero dijo...

Uuuuh, este es de los míos, si sí sí 🤗

Besitos.