Me leo un libro al que tenía ganas de hincarle el diente
narrativo desde hace años. En concreto, desde que vi (y me gustó mucho) su
versión cinematográfica, en la que Clint Eatswood y Meryl Streep asumen los
papeles principales: Los puentes de
Madison County, de Robert James Waller, en la traducción de Alicia Steimberg
(Ediciones B, Barcelona, 1995).
La película, ya digo, me encantó (mi mujer, que es 16 años más
joven que yo, dice que es una película para cincuentones) y, con ese
precedente, pensaba que la novela no me gustaría; pero erré. Me ha dejado un
estupendo sabor de boca. Creo que sabe dosificar el sentimentalismo, hilvanar
sus recursos literarios, organizar bien la narración de la historia y presentar
un relato y a unos personajes altamente seductores. Un volumen emotivo y
hermoso.
Dos fragmentos que he subrayado en el volumen: “Nuestra
tendencia a mofarnos de la gran pasión, y a tildar de sensibleros los
sentimientos genuinos y profundos, dificulta la entrada al reino de la
delicadeza”. “Estaba lo más solo que se puede estar”.
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