Leo El mito de Sísifo, de Albert Camus, en
la traducción de Luis Echávarri (Alianza-Losada, Madrid, 1988). Es un ensayo
denso, de buena factura literaria, donde se reflexiona sobre el mundo del
absurdo y sus implicaciones humanas e ideológicas. No tengo más remedio que
reconocer que en algunos segmentos he tenido que ir despacio, para seguir el
hilo del razonamiento. (No se trata de una crítica al estilo de su autor, sino
de una impericia mía, es seguro).
Lo he visto muy
compacto, y con arriesgadas derivaciones intelectuales, como tienen que ser los
grandes libros llenos de grandes ideas. Camus era un hombre muy osado, valiente
hasta el heroísmo, honesto hasta el borde del barranco y con una exquisitez
formal a prueba de bombas. Magnífico. No puedo decir menos.
“No hay más que un
problema filosófico verdaderamente serio: el suicidio. Juzgar si la vida vale o
no vale la pena de vivirla es responder a la pregunta fundamental de la
filosofía”. “De todas las glorias, la menos engañosa es la que se vive”. “Al
final de una vida, el hombre se da cuenta de que ha pasado años tratando de confirmarse
una sola verdad”. “El corazón que necesita el creador, quiero decir un corazón
seco”.
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