El doctor Da Barca es un viejo exiliado que, en su
ancianidad, es entrevistado por el periodista Carlos Sousa para su medio de
comunicación, a pesar de que el galeno es más bien renuente, por considerar que
no hay nada interesante en él que lo haga merecedor de una entrevista.
El doctor Da Barca trabajaba en un sanatorio
mental, y allí conoció a un pintor, que había ido a tomar apuntes sobre los
internos.
El doctor Da Barca tenía una novia bellísima,
Marisa Mallo, que también era amada en secreto y a distancia por Herbal, un
tipo turbio que acabó siendo el carcelero de la prisión donde encerraron al
médico durante la guerra civil del año 1936.
El doctor Da Barca, en lugar de defenderse a sí
mismo durante el consejo de guerra que se organiza a su alrededor, defiende a
Dombodán, un retrasado con el que comparte su aciago destino.
El doctor Da Barca hipnotiza a un compañero de
celda para hacerle creer que ha comido mucho, y que así se le pase la ansiedad
que siente por la privación de alimentos.
El doctor Da Barca es enviado en un tren de
tuberculosos en dirección a Coruña. El doctor Da Barca es un hombre honesto,
cabal e inteligente, que termina por irse
al exilio cuando lo liberan de la cárcel, allá por los años 50.
El doctor Da Barca.
De principio a fin, el doctor Da Barca.
Y flotando alrededor de su historia un lápiz de
carpintero que pasó de su propietario original a otra persona.
Tiempo de ignominias, tiempo de venganzas
personales, tiempo oscuro donde el horror y la arbitrariedad caminan de la
mano.
Y qué bien lo cuenta el jodío Manuel Rivas. Qué
bueno es.
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