Su nombre (Irène Némirovsky) se me había aparecido
en algunas librerías y en un par de bibliotecas, pero nunca me animaba a coger
una de sus obras y leerla con detenimiento. Mas he aquí que de pronto me topo
con El baile, observo que tiene pocas
páginas (menos de cien) y pienso que quizá merezca la pena conocer a esta
escritora rusa. No creo que hubiese hecho la prueba si el volumen hubiera
tenido las dimensiones de Los hermanos
Karamazov, pero animarse con algo liviano es menos inquietante; y puede
deparar más de una sorpresa.
La conclusión del experimento ha sido
satisfactoria: el modo sencillo que tiene Némirovsky de contar su historia se
combina con la aproximación psicológica a sus personajes, conformando un relato
de gran poder seductor y lleno de magia.
La protagonista absoluta es Antoinette, una
adolescente de 14 años que vive en el seno de una familia de nuevos ricos,
empeñados más en aparentar que en ser felices. Gracias a una hábil operación de
Bolsa se han convertido en millonarios, y la madre no tiene más obsesión que
ser admitida y reconocida en los círculos selectos de la ciudad. Para lograrlo,
deciden celebrar una fiesta megalómana a la que invitan a dos centenares de
personas (la confección de la lista nos permite descubrir que la inmensa mayoría
son detritus humanos, aupados a lo alto de la “consideración social” en virtud
de su dinero o de las circunstancias). Allí habrá de todo: una orquesta de
finos intérpretes, caviar servido con derroche, jarrones orientales
distribuidos por la estancia, criados impolutos, centenares de flores... Pero
la decepción destrozará el alma de Antoinette cuando descubra que sus padres no
van a permitirle asistir a ese evento, ni siquiera “un cuarto de hora” (es la
moderada petición de la chica). Irritada, inconsolable y vengativa, la joven
llevará a cabo una venganza inaudita, que teñirá de patetismo el final de la
obra y la conducirá por un sendero inesperado.
Muy bien Irène Némirovsky, sin duda. Esta novela,
editada por Salamandra y traducida por Gema Moral, me ha convencido. Alguien
que escribe como esta malograda autora rusa (la gasearon los nazis en Auschwitz
en 1942, cuando tenía tan sólo 39 años) no puede ser ignorada tan fácilmente.
No se consigue un estilo así por casualidad. Tendré que acudir a otro libro
suyo más pronto que tarde, lo tengo claro.
1 comentario:
La vi en teatro y me encantó. De ella leí con muchísimo gusto "Suite francesa".
Saludos
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