Creo
que no pueden ustedes ni imaginarse lo que van a encontrar si deciden leer el
libro Tipos duros, de Andrés Ortiz Tafur. Y quiero que mis primeras
palabras sean entendidas como las he escrito: literalmente. No pueden ni
imaginárselo. Hay tal cantidad de situaciones inusuales, tal cantidad de
personajes variopintos, tal cantidad de argumentos asombrosos, que irán
ustedes, como en el juego de la oca, saltando de perplejidad en perplejidad. Y
esa característica del volumen no es muy común, porque los lectores, por regla
general, estamos ya vacunados contra todo tipo de sorpresas. Pero, oigan, el
autor lo consigue. No me pregunten cómo, pero lo consigue: un hombre que, tras
ser abandonado por su esposa, se queda durante años observando con laxitud cómo
pierde agua un grifo de su vivienda; un embarazo que, a su término, no entrega
un niño, sino una historia delirante que se prolonga durante décadas; un Dios libidinoso,
que toma la forma de un negro para conseguir hacer el amor con una mujer de
hermosos pechos; un hombre que decide cuidarse para sobrevivir a su mujer e
hijos; un esposo obsesionado con haber perdido sus testículos, lo que erosiona
su vida matrimonial, laboral y social; un padre protector, que se convierte en
guardián extremo de su hija adolescente; el antiguo terrorista con pasamontañas
que ahora pide limosna en una calle de la ciudad; el joven que toma la decisión
anonadante de vender su único riñón… No, permítanme que no les avance más
diapositivas. Deben ser ustedes quienes se sumerjan en las páginas de este
tomo para descubrir las que faltan, que no resultan menos chocantes que las
citadas.
Andrés Ortiz Tafur nos traslada unas historias atípicas, en las que descubrimos perfiles humanos (dolores, soledades, tragedias, fracasos) que estremecen. Historias donde la persona que está leyendo tiene que mantener los sentidos alerta, porque cada matiz, cada palabra, cada gesto de los personajes cuenta y contribuye a tejer la telaraña de los relatos, fabricando un dibujo que exige nuestra interpretación, nuestra participación activa. Es de verdad una obra muy interesante: búsquenla.
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