jueves, 5 de diciembre de 2024

Los amigos muertos

 


No soy muy aficionado a utilizar el verbo “enganchar” para referirme a los libros. Lo habré manejado, qué duda cabe (después de casi cuatro mil reseñas redactadas durante mi vida, cómo atreverme a asegurar que no he caído en ese vicio); pero procuro evitarlo. Fundamentalmente, porque me parece una palabra ambigua o equívoca (muchas novelas de Stephen King enganchan, sí, pero un anzuelo también lo hace, y eso no significa que resulte recomendable acercarse a él). Puestos a elegir, prefiero optar por otras fórmulas menos transitadas, como que el libro ha capturado mi atención (por ejemplo). Y les puedo asegurar que Los amigos muertos, de Saljo Bellver, lo ha conseguido sin ningún tipo de duda. ¿Por qué? Pues porque creo que la historia está muy bien contada; porque utiliza las dosis justas de humor y de intriga; porque los personajes resultan creíbles; y porque, siendo una novela de ambientación negra, no se atasca en el barro de sus tópicos.

Aquí el “investigador” (digámoslo de ese modo) es un profesor de literatura que, tras haberse prejubilado de la docencia, se encuentra de pronto con el asombro de que el pasado vuelve a él adoptando ropajes que no esperaba: muere uno de sus compañeros de pandilla juvenil y, en el funeral, descubre que otro de ellos (al que suponía muerto cuatro décadas antes) sigue vivito y coleando... hasta que lo asesinan de forma abrupta y encuentran junto al cuerpo una nota donde la víctima ha escritor el nombre del profesor (Dimas Rubio), un extraño dibujo y una frase asombrosa: “Él sabrá qué hacer”. Añadamos a esa intriga un policía suspicaz (el inspector Ernesto Casas); un misterioso perseguidor, que lanza amenazas allí donde encuentra a Dimas; un perro fiel, que se ve sacudido por el pánico cuando escucha tracas y cohetes (Zarra, diminutivo de Zarrapastroso); una hermana que vela constantemente por el bienestar de nuestro protagonista (Isabel)… y algunos otros personajes que irá descubriendo poco a poco la persona que se sumerja en estas páginas.

A mí, como les comentaba al principio, la novela me ha logrado convencer, así que se la recomiendo a ustedes sin ningún tipo de reserva, porque a sus virtudes narrativas añade interesantes consideraciones sobre la amistad, las decepciones que nos dejan caer encima los años y los secretos (a veces mezquinos) que pueden portar en el alma incluso aquellos a quienes consideramos parte indisoluble de nuestras vidas.

El libro puede ser, además (su presentación editorial es muy atractiva), un buen regalo navideño.

1 comentario:

german dijo...

Muy recomendable, sí señor