No
soy muy aficionado a utilizar el verbo “enganchar” para referirme a los libros.
Lo habré manejado, qué duda cabe (después de casi cuatro mil reseñas redactadas
durante mi vida, cómo atreverme a asegurar que no he caído en ese vicio); pero
procuro evitarlo. Fundamentalmente, porque me parece una palabra ambigua o
equívoca (muchas novelas de Stephen King enganchan, sí, pero un anzuelo también lo
hace, y eso no significa que resulte recomendable acercarse a él). Puestos a
elegir, prefiero optar por otras fórmulas menos transitadas, como que el libro
ha capturado mi atención (por ejemplo). Y les puedo asegurar que Los amigos
muertos, de Saljo Bellver, lo ha conseguido sin ningún tipo de duda. ¿Por
qué? Pues porque creo que la historia está muy bien contada; porque utiliza las
dosis justas de humor y de intriga; porque los personajes resultan creíbles; y
porque, siendo una novela de ambientación negra, no se atasca en el barro de
sus tópicos.
Aquí
el “investigador” (digámoslo de ese modo) es un profesor de literatura que,
tras haberse prejubilado de la docencia, se encuentra de pronto con el asombro
de que el pasado vuelve a él adoptando ropajes que no esperaba: muere uno de
sus compañeros de pandilla juvenil y, en el funeral, descubre que otro de ellos
(al que suponía muerto cuatro décadas antes) sigue vivito y coleando... hasta
que lo asesinan de forma abrupta y encuentran junto al cuerpo una nota donde la
víctima ha escritor el nombre del profesor (Dimas Rubio), un extraño dibujo y una
frase asombrosa: “Él sabrá qué hacer”. Añadamos a esa intriga un policía suspicaz
(el inspector Ernesto Casas); un misterioso perseguidor, que lanza amenazas
allí donde encuentra a Dimas; un perro fiel, que se ve sacudido por el pánico
cuando escucha tracas y cohetes (Zarra, diminutivo de Zarrapastroso); una
hermana que vela constantemente por el bienestar de nuestro protagonista
(Isabel)… y algunos otros personajes que irá descubriendo poco a poco la
persona que se sumerja en estas páginas.
A
mí, como les comentaba al principio, la novela me ha logrado convencer, así que
se la recomiendo a ustedes sin ningún tipo de reserva, porque a sus virtudes
narrativas añade interesantes consideraciones sobre la amistad, las decepciones
que nos dejan caer encima los años y los secretos (a veces mezquinos) que
pueden portar en el alma incluso aquellos a quienes consideramos parte indisoluble
de nuestras vidas.
El libro puede ser, además (su presentación editorial es muy atractiva), un buen regalo navideño.
1 comentario:
Muy recomendable, sí señor
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