Mamamoud
Touré salió hace bastantes años de Gorom-Gorom, en Burkina Faso, para buscar en
Europa una vida mejor. Atrás quedaron sus raíces, su familia, su lengua, sus
costumbres, su espíritu. Desde entonces, ha tenido que ir dando tumbos de un
sitio a otro, por España y por fuera de España. Ahora, viniendo del País Vasco,
ha recalado en Las Palmas de Gran Canaria, en lo que constituye el décimo
volumen con la entrega de sus aventuras. Se titula Mañas de Lagarto y su
autor, quién lo ignora, es Jon Arretxe.
Ahora
el núcleo hay que situarlo en el mundo de las peleas amañadas, en el que Touré
se ve involucrado por un personaje conocido con el nombre de Lagarto de
Escaleritas, quien lo convence para que actúe como su pareja en este tipo de
combates y, así, gane un dinero fácil. Con los bolsillos llenos de telarañas,
Touré acepta y se ve inmerso en un mundillo de empresarios pedófilos, matones
sin escrúpulos, sicarios de gatillo rápido, un secuestro anómalo, policías
aficionados a quedarse con el dinero que requisan en las peleas clandestinas y,
como guinda, algunos incendios provocados, ajustes de cuentas y denuncias sobre
la forma en que los inmigrantes son tratados por los mercaderes de carne
humana.
Ágil a la hora de componer la trama, resolutivo en la construcción de las peleas y persecuciones, simpático y eficaz en el manejo de coloquialismos (manda huevos, pifostio, me la suda, dar matarile, pimplar, darse el piro), Jon Arretxe (Basauri, 1963) vuelve a resultar absolutamente convincente y digno de aplauso en esta nueva entrega de la saga, que cumple su primera decena de títulos y que, a tenor de lo expuesto (o más bien lo insinuado) en las dos páginas finales, promete una interesante continuación. Estaremos atentos.
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