Quizá
recuerden ustedes, aunque sea a grandes rasgos, el argumento de la novela El
señor de las moscas, de William Golding, aquella poderosa narración en la
que un grupo de niños, supervivientes de un terrible accidente aéreo y que
terminan recalando en una isla desierta, deben organizarse como grupo, como
sociedad, para sobrevivir. Al principio, imperan entre ellos la moderación y el
sentido común, pero el transcurso de las semanas los va asilvestrando y sacando
de ellos la parte más oscura, más tenebrosa, más inquietante. Ahora, desde el
mes de marzo de 2024, tenemos en las librerías la novela Reyes de la montaña,
con la que el talentoso y multipremiado Daniel Hernández Chambers revisita la
idea en un formato distópico y juvenil: diez adolescentes, que proceden de un
Centro de Menores, son reclutados para participar en una excursión de dos
semanas que se desarrollará en un entorno agreste de montaña, donde deberán
aprender a cazar, pescar, encender fuego y otras actividades de supervivencia y
compañerismo. Lo que no podía imaginarse, ni en sus peores pesadillas, es que
mientras ellos se dedicaban a vivir esa experiencia, el mundo sería arrasado
por un virus que exterminaría toda forma de vida humana… salvo a ellos. Al
principio, como es evidente, los zarandea la incredulidad; luego los asalta el
desconcierto; y, por fin, los anega el pánico. Pero hay que sobreponerse,
porque la vida siempre aúlla para continuar: deben repartirse los trabajos de
caza y pesca, deben proveerse de un refugio que los proteja de la lluvia y el
viento, deben mantener siempre viva una hoguera… En suma, deben refundar la
civilización, como aquellos Rhodo y Rosía que ideó el chileno Pablo Neruda.
Fricciones, pactos, peleas, concesiones, amores, odios, envidias, amistad y racismo se irán mezclando en sus magníficos diálogos, hasta llevarnos por un sendero narrativo que se va haciendo cada vez más áspero, más escarpado, más desasosegante, hasta conducirnos a un final que (sin revelarles ningún pormenor) les formará un nudo en la garganta.
El premio Edebé de Literatura Juvenil vuelve a acertar en la designación de su ganador: Reyes de la montaña es una novela adictiva, briosa y robusta, que te mantiene el corazón acelerado hasta la última página.
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