Ernest
Morrison, viudo de Mary Adams, vive en su solitaria propiedad de Twin Willows
Manor, en Wiggfield, con la única compañía de su ama de llaves, y sin necesidad
de ejercer oficio alguno (las rentas que su mujer le dejó resultan suficientes
para vivir con holgura). Un día, en plena partida de cartas, la policía le pide
que los acompañe, causando sorpresa entre sus compañeros de juego. Al parecer,
se han hallado en su jardín los restos de una mujer asesinada. Y el comisario
Todd se muestra convencido de que se trata de la pobre Mary Adams. Morrison
trata de defenderse explicando que su mujer murió hace diez años en Brasil. ¡Es
imposible que se trate de ella! Pero un elemento parece indicar que sí: el
cadáver muestra un aparato ortopédico como el que Mary llevaba desde la
infancia por culpa de la poliomielitis. Ernest Morrison, insistiendo de forma
constante en que él no mató a su esposa, no ayuda precisamente a resolver el
enigma.
Durante
el juicio, que ocupa la mayor parte de la novela, escucharemos los testimonios
de Ann Mac Nigan (ama de llaves que deja salir su resentimiento hacia Morrison,
a quien siempre ha considerado un cazafortunas), el director del banco (que da
cuenta de ciertas irregularidades en las transacciones dinerarias de Mary
Adams), Claire Stanford (una excelente amiga de la difunta) y otros personajes,
que irán formando en la mente de los lectores una imagen cada vez más nítida de
lo que ocurrió con el matrimonio formado por Ernest Morrison y Mary Adams. El
detallado resumen que realiza el fiscal sobre el presunto crimen en el capítulo
13 es demoledor.
Pero
cuando está a punto de pronunciarse la sentencia, Morrison pide la autorización
del tribunal para dirigirse a Twin Willows Manor y demostrar así de un modo
tajante y definitivo su inocencia: afirma saber quién es el asesino real de la
pobre Mary. Y no fue él. Una serie de sorpresas encadenadas provocarán el
asombro creciente del lector, quien terminará descubriendo una realidad muy
distinta de la que ha ido sospechando durante el transcurso de la novela.
Buena novela judicial juvenil, que cautivará a los lectores adolescentes.
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