Nunca
he visitado la ciudad de Nueva York (podríamos cambiar “Nueva York” por casi
cualquier lugar del mundo: soy fervorosamente sedentario), pero ella ha tenido
la gentileza de venir hasta mi casa, convertida en palabras y en imágenes
gracias a Santiago Delgado, quien la visitó en la primavera de 2010, redactó
sus impresiones en 2012 y ahora las edita en 2023. Y la experiencia me ha
resultado tan placentera que quería comentarles algunos detalles sobre esta
publicación.
Por
ejemplo, la deliciosa descripción de la misa católica que escuchó junto a su
esposa, Aurora, en la catedral de Saint Patrick; por ejemplo, su conformidad
con el hecho de que el célebre palacio de los Vélez se encuentre, reconstruido,
en el Metropolitan Museum, donde sin duda es más conocido y visitado que si
todavía se encontrase en España; por ejemplo, la simpática tipología de
rascacielos que nos desgrana, en función del grado de torsión que debe
imprimirse a cuello o espalda para contemplar su final; por ejemplo, la forma
en que resume la ciudad en las figuras de John Lennon y Frank Sinatra (el
apocalíptico y el integrado, para usar las etiquetas de Umberto Eco); por
ejemplo, la asombrosa secuencia onírica que aparece en el capítulo 11 y que,
sin duda, es el fragmento más surrealista que he leído jamás en los libros de
Santiago; o, por ejemplo, los poemas que consagra al damasiano río Charles, a
una paloma negra que contempló posada en el Empire State, al parque Bryant o al
River Café de Brooklyn.
Por supuesto, tampoco quiero dejar de mencionar las hermosas ilustraciones que Juan Bautista Sanz elabora para acompañar a los textos, que me sirven para terminar mi nota aconsejándoles que se acerquen sin tardanza hasta este libro de Sanztiago (que no es errata, sino amistad y colaboración).
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