jueves, 22 de junio de 2023

Lucía

 


No hay forma humana de abandonar una novela de Lola Gutiérrez; ni tampoco de aburrirse con ella. Son tantas las peripecias que zarandean a los personajes, tantas las emociones que atraviesan sus pechos, tantos los diálogos magníficos que la autora esmalta en sus páginas que resulta imposible no experimentar la felicidad de haber elegido, una vez más, un libro suyo. Me ha vuelto a ocurrir con Lucía, su última entrega en la editorial MurciaLibro.

De la mano siempre sabia y siempre brillante de la autora viajamos por Galicia, por el Levante español, por Italia, por Filipinas; conocemos a todo tipo de personajes (desde contrabandistas hasta generales, desde nobles hasta plebeyos); se nos invita a conocer burdeles, barcos mercantes, cafés célebres, mansiones señoriales, plantaciones, puertos marítimos; y se nos proponen varias historias que, por riguroso designio del Destino, terminarán confluyendo muy cerca de la Cartagena natal de la novelista. Es decir, todo aquello que sus lectores conocemos como rasgos distintivos de su narrativa, y que nos embriagan desde hace tiempo. Con Lola es siempre fácil: si has leído una cualquiera de sus obras y ha conseguido tu aplauso, también lo obtendrá la siguiente. Habrá quien sospeche que en mi afirmación existe un pliegue de reproche, y me adelanto a señalar que no es así, de ninguna manera: Jorge Luis Borges decía de sí mismo que era “decididamente monótono”, y me parece que con estas palabras señalaba la virtud más notable de los grandes escritores: ofrecer siempre el mismo mundo a las personas que tienen la gentileza de sumergirse en sus libros. Yo aplaudo esa línea de trabajo. Entiendo que otras personas prefieran una pluma en constante mutación o en continua búsqueda de expresiones diferentes. Perfecto. En mi caso, prefiero que Baroja sea siempre Baroja, que Muñoz Molina sea siempre Muñoz Molina y que Rulfo sea inconfundiblemente Rulfo. Es mi forma de ver las cosas.

Lo que tenemos en las páginas de Lucía es un cúmulo de pasiones, disparos, secuestros, acosos, viajes, identidades perdidas y recuperadas, sucesos históricos mezclados con sucesos imaginarios, reflexiones sobre el amor y el azar y, sobre todo, un burbujear de vida aprisionada con palabras. Lola Gutiérrez sabe muy bien lo que está haciendo y me encanta que lo haga como lo hace: ha sido capaz de construir un modelo magnífico de novela, del que seguiremos esperando en el futuro nuevas muestras. El disfrute está garantizado.

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