sábado, 14 de mayo de 2022

Plantar un árbol

 


Laura, la hija del maestro republicano don Marcial, vive su infancia en Galicia, en cuyos paisajes se desenvuelve felizmente. Y durante ese tiempo construye una bonita amistad (que pronto se convierte en algo más profundo) con Paco, que soñaba con ser arquitecto y se ha quedado en maestro de obras. Pero, de pronto, aparece en su vida Fernando, un pianista en el que hay depositadas grandes esperanzas de futuro; y ella, soñando ser “como Zenobia”, se casó con él e hizo todo lo posible por ser dichosa a su lado. No tardó mucho en percatarse de que su marido “no era un genio, ni siquiera un gran artista”; y llegó la desilusión. Pero ha permanecido treinta años junto a él.

Ahora, justo el día en que cumple medio siglo, Laura está de nuevo en el territorio de su infancia, disponiéndose a plantar un magnolio. Sabe que no llegará a verlo crecer, y que cuando ese árbol dé sombra y florezca habrá pasado el suficiente tiempo como para que ella no pueda gozarlo. No importa. Sus hijos, que ya son mayores, han hecho su vida muy lejos; a sus nietos, si es que llega a tenerlos alguna vez, los verá en fotografía; su marido, neurasténico y fracasado, sigue en Madrid… Pero el magnolio, cuyo cuidado encomienda a Paco (quien ha tenido una nieta a la que han puesto el nombre de Laura), será su huella. Su recuerdo. Una vez que esté plantado, ella partirá.

Novela corta, delicada y melancólica, con la que Marina Mayoral obtuvo el premio Gabriel Sijé y que nos habla de ilusiones, de errores, de sueños y de esperanzas, que son el sustrato sobre el cual se construye siempre nuestra vida.

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