Imaginemos que estamos en la ciudad de Florencia, en el año
1503. En sus calles y palacios se viven acontecimientos de diferente calidad moral
y de diferente temperatura: de un lado, las intrigas nauseabundas de nobles y
altos clérigos para hacerse con los mecanismos de poder y perpetuarse en ellos;
del otro, la pobreza que asola a buena parte de la población, que sobrevive
como buenamente puede; del otro, en fin, la rivalidad manifiesta entre Miguel
Ángel Buonarroti y Leonardo da Vinci, los dos genios sublimes y egocéntricos
que pugnan por la corona del arte. En una fiesta que organiza este último, por
sorpresa, tiene lugar una escena atroz: una adolescente aparece asesinada de un
modo casi ritual. En su pecho, escrita con sangre, se lee la palabra Peste. En su estómago, una rata muerta.
Un joven aprendiz de Leonardo, llamado Antonio de Orellana, se
compromete a descubrir quién ha sido el causante de este crimen; y se verá
inmerso en una cenagosa maraña donde irán apareciendo religiosos inquietantes,
papas de moralidad más bien dudosa, servicios de espionaje y contraespionaje,
asesinos a sueldo, cómicos ambulantes, perros de dueño misterioso, intrigas
palaciegas, venenos vertidos en copas, traiciones, degüellos, cárceles
subterráneas y mil peripecias más, que harán las delicias de los lectores
ávidos de aventuras e intrigas.
Con un dominio sólido de los diálogos, una documentación histórica solvente y algunas reflexiones dignas de ser subrayadas y memorizadas (“Es más fácil mantener una mentira que repetir la verdad”), esta novela de Pedro García Jiménez nos regala unas horas de espléndida narrativa, que conviene aprovechar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario