En ocasiones, la vida nos da tantos revolcones que, heridos y
decepcionados, nos preguntamos si tiene objeto continuar por el camino. Y se
ofrece a nuestros ojos, racional o inconsciente, la posibilidad de salirnos de
él, de romper normas, de ser otros, de reinventarnos, de enajenarnos. Le ocurre
así al protagonista de esta historia breve con la que Juan Ramón Santos obtuvo
el XXXIX premio Felipe Trigo y que ahora aparece impresa por la Fundación José
Manuel Lara.
Hablamos de un profesor de instituto que ha atravesado un
lamentable proceso de divorcio y que un día, sin saber muy bien por qué,
descarga su ira ladrándole a una antigua funcionaria municipal de mal carácter.
Ese comportamiento, que al principio le produce bochorno recordar, se le revela
después como “el elixir de la eterna juventud, el tónico para seguir
sintiéndome vivo” (p.16), como un “juego de la edad tardía” (el homenaje al
también extremeño Luis Landero es patente). En ese punto se inicia una deriva
curiosísima, que lo lleva a convertirse en “un ladrador en serie, una suerte de
serial barker” (p.23) que comienza a
intimidar a todo tipo de personas en zonas desiertas. Y, cuando por fin es
detenido, se ve obligado a desempeñar servicios sociales en la perrera
municipal.
Dejaré en ese punto la acción y permitiré que los lectores descubran por sí mismos el extravagante destino del protagonista, así como las peripecias en las que se verá inmerso entre perros, mujeres lascivas, psicólogas carcelarias y jueces estupefactos. Lo que sí les diré es que podrán descubrir en la obra más de un ángulo o plano de lectura: el humor, la crítica social, el desencanto, la parodia… Y todo, como siempre, servido con la prosa excelente de Juan Ramón Santos. Toda una garantía.
1 comentario:
No se puede negar que la historia es original y curiosa 🤔😉
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