Leer Los viajes de
Ariadna ha sido una de las experiencias “orgánicas” más duras que he
experimentado durante los últimos meses. Y lo digo, para que no queden dudas,
con tono admirativo. José Antonio Jiménez-Barbero ha sabido combinar sus
mecanismos textuales, emotivos y léxicos de tal forma que el resultado es una
narración que te introduce eficazmente en un clima de desasosiego, de zozobra,
de asfixia. La almendra narrativa gira en torno a Ariadna, una chica andaluza
que se une en matrimonio con el militar Armando Comesaña, hombre en apariencia
encantador pero que esconde en los pliegues de su alma a un ser violento,
celoso e inmisericorde que comienza pronto a maltratarla. A veces, se tratará
de un gesto de desdén; a veces, de una actitud amenazante. Y pronto las
coacciones físicas, las bofetadas y las palizas, que Ariadna soporta para que
su hija Lucía no se vea afectada.
Pero hay un detalle que convierte esta situación (tan
tristemente frecuente) en algo especial: Ariadna ha heredado de su abuela el
don de visualizar el futuro a través de “viajes”, en los que siente que su
espíritu se traslada en el espacio y el tiempo. Así, puede anticiparse a
algunos movimientos de su irascible esposo; y logra escapar de él… Pero sólo
durante un tiempo. Porque él, tenaz, vengativo y psicópata, no se muestra
dispuesto a aceptar el abandono de la mujer a la que considera suya; e inicia
una persecución inquietante y criminal por toda España. No va a rendirse tan
fácilmente.
Mezclando con magnífico pulso narrativo la intriga, lo sobrenatural, lo mostrenco y lo amoroso, José Antonio Jiménez-Barbero nos entrega una novela que atasca la saliva en la garganta y que pone la carne de gallina en muchas de sus páginas, consiguiendo un documento literario, psicológico y sociológico de primer orden.
2 comentarios:
Apuntada.
Yo es que nunca entenderé como alguien soporta palizas, insultos, para que otra persona sea feliz o no se vea afectada. Es imposible ser feliz así y no verte afectado, imposible ni siendo ciego sordo mudo...
La novela pinta mejor que bien.
Besos.
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