sábado, 14 de noviembre de 2020

Las fronteras del miedo

 


Hace años, por una feliz casualidad, cayó en mis manos el libro Tres pasos por el misterio que, también por una feliz casualidad, decidí leer. De esa forma descubrí la obra de Agustín Fernández Paz, que no ha dejado de gustarme cada vez que he vuelto a acercarme a ella, incluso cuando se trataba de libros dirigidos a un público infantil (en agosto reseñé aquí mismo Mi nombre es Skywalker, tras habérsela leído a mis pequeños en voz alta por las noches).

Ahora acabo de terminar su volumen Las fronteras del miedo, que traduce de la lengua gallega Isabel Soto para el sello Edebé y que está formado por seis relatos extensos de temática terrorífica. En ellos se nos ofrecen, con una prosa magnífica y una sólida estructura narrativa, puertas rituales que permiten acceder al mundo atroz de los dioses, vampiros que descubren su condición terrible y la asumen con naturalidad, jóvenes que recogen en la carretera con su furgoneta a la persona equivocada, pozos profundísimos que esconden en su tiniebla un latir negro y amenazador, crómlechs gobernados por criaturas ancestrales o calaveras de origen misterioso que consiguen adueñarse de la voluntad de su poseedor.

¿Elegir entre ellas? Muy difícil: son todas estupendas. Me parece, eso sí, que la primera y la última (hay que aplaudir la hábil disposición textual del escritor lucense, que te golpea con fuerza al entrar y al salir del libro) son las más impresionantes: una (“La Puerta del Más Allá”), porque te mantiene engañado durante su desarrollo, escondiéndote una carta básica, que sólo al final se revela; la otra (“La mirada de K”), por el sofoco que te va inundando conforme braceas por sus páginas.

Yo no me perdería este volumen.

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