Pocas zonas podrían señalarse en el mundo más conflictivas y
enrevesadas (ideológica, militar y religiosamente) que Oriente Medio: un
hervidero de credos, agravios históricos, venganzas sucesivas, matanzas,
negociaciones interminables, traiciones y relaciones cambiantes entre grupos y
facciones, que pasan de la alianza al odio en cuestiones de días o semanas. El
escritor y antiguo diplomático canadiense Ian Thomas Shaw ha tenido el coraje
(incluso cabría decir que la intrepidez) de sumergirse en ese mundo caliente,
inestable y turbio, que tan bien conoce, para entregarnos una novela titulada El vuelo de la paloma, que ha traducido
Aurora Carrillo para el sello Dokusou.
Allí nos encontramos con el veterano periodista francés Marc
Taragon (aunque su apellido real es “Tarragona”, pues sus padres eran
catalanes), que maniobra para conseguir un proyecto de paz para la convulsa
zona; con Marie Boivin (una astuta periodista que se aproxima a Taragon, no
solamente atraída por su fama sino porque espera extraer de él una información
importantísima); con Hoda, un viejo amor de Marc que floreció en sus primeros
tiempos de estancia en Beirut; o con Evan, que visita con demasiada frecuencia
la embajada de Australia, lo que provoca las sospechas del joven Marc… Unidos a
ellos, una espesa telaraña de suníes, kurdos, palestinos, alauíes, drusos,
chiítas, judíos, sirios, maronitas, continuos controles de carretera, agentes
del Mosad, aeropuertos con socavones provocados por los bombardeos, guardias
malencarados que disparan o chantajean o violan con absoluta impunidad, ruinas
humeantes, operaciones de espionaje y contraespionaje, críticas a la política
norteamericana y constantes menciones a topónimos (Gaza, Tel Aviv, Líbano) que
durante años han salpicado periódicos e informativos de televisión.
Una novela que, para ser disfrutada en profundidad, requiere que los lectores conozcan las líneas básicas del conflicto y los nombres de algunos de sus actores principales (Arafat, Walid Jumblatt, Kissinger). De lo contrario, es probable que hacia la página 70 no tengan más remedio que rendirse.
2 comentarios:
De entrada ya me gusta, pero se que mi padre es el lector ideal de este libro, conoció a Arafat y fue uno de sus mayores defensores.
Besos.
Es un auténtico placer leer este comentario. Gracias.
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