miércoles, 2 de septiembre de 2020

El nido vacío y otros relatos




Hace unos años, tuve en mis manos un ejemplar de Relatos americanos, de Saljo Bellver y lo dejé pasar sin leerlo. Otros libros urgentes se me vinieron encima, se torcieron algunos asuntos familiares, llegó la época de los exámenes… Todo junto provocó que se apartase de mi mente aquel libro y el nombre de aquel autor. Ahora, de la misma forma azarosa, un amigo me regala El nido vacío y otros relatos (Sala28, 2020), en cuyas páginas sí me sumerjo, con aplauso y felicidad.
Es una colección de relatos breves, donde todo queda subordinado a la sencillez expositiva y donde las historias son narradas con una admirable economía de medios. Y me apresuro a decir que no se trata de una forma irónica de señalar poca brillantez literaria. Al contrario: creo que Saljo Bellver ha sabido desbrozar sus cuentos de las ramas inútiles, de las flores accesorias y del follaje absurdo, para que la atención de los lectores se concentre en la circulación interna de la savia: la pareja de escasos recursos que compra pescado fresco para cenar (en tanto que advertimos una tragedia abominable en su pasado); el bebedor que se inventa, para superar a Kafka, la historia de un chico que se convierte en caballo; el escritor sin éxito que, al modo nietzscheano, decide filosofar con un martillo; la mujer de mediana edad que toma unas copas con su madre cuando ella le confiesa sus intenciones de abandonar al marido; un perro vagabundo que quizá sea una metáfora; la pareja madura que se separa y cuyos miembros rehacen sus vidas con desigual suerte; los horrores de la sinceridad en una pareja que acaba de contraer matrimonio; los delicados hilos que unen a un oncólogo y su paciente; la venganza preterida de un pobre soldado humillado…
Saljo Bellver nos entrega acuarelas para que nosotros fijemos los colores; trozos de vidas y emociones para que, con nuestra lectura, completemos el dibujo de una forma libre y activa. El resultado es un libro muy hermoso, que me ha encantado conocer y por cuyas páginas me he paseado con admiración.

No hay comentarios: