jueves, 10 de septiembre de 2020

84, Charing Cross Road

 



El mundo de la literatura (como cualquier mundo, sea artístico o no) siempre se encuentra modulado e influido por las corrientes del azar. Un malandrín puede auparse a la cúspide del poder; un sabio puede languidecer en el barro del olvido; un atolondrado puede realizar un descubrimiento fabuloso; un genio puede inferir de su fracaso que es un inepto. En el caso que nos ocupa hoy, la diosa Fortuna eligió para manifestarse una colección de cartas, cruzadas entre Helene Hanff y los responsables de una librería británica de segunda mano.

Ella era una escritora norteamericana que no gozaba de éxito y que malvivía en un pequeño apartamento. Necesitada de algunos libros que no podía adquirir en su ciudad contactó por correo (se trata de una historia real) con la librería Marks & Company, de Londres. Y esa decisión generaría una correspondencia que se dilató durante varias décadas. En ella descubrimos cómo la relación entre Helene y diversas personas relacionadas con la librería (Frank Doel y su esposa Nora, Megan Wells, Cecily Farr, etc) va tiñéndose de colores humanos: se preguntan por las familias, la americana envía alimentos para aliviar los rigores de la postguerra mundial, los londinenses le envían libros y un tejido bordado, etc. El humor y las reflexiones literarias van llenando de anécdotas este epistolario de larga trayectoria que, un día, después de la muerte de varios de los protagonistas (Frank Doel murió en diciembre de 1968), Helene consideró la posibilidad de convertir en un pequeño relato… pero el editor en cuyas manos lo puso consideró que era más comercial convertirlo en un libro.

Así surgió 84, Charing Cross Road, que publica el sello Anagrama gracias a la traducción de Javier Calzada, una obra espontánea, fresca, llena de luces y de sorpresas, que le dio fama a quien hasta el momento de su publicación no pasaba de ser una escritora casi desconocida. Esta fama aumentó hasta el vértigo cuando Anthony Hopkins y Anne Bancroft protagonizaron en 1987 la versión cinematográfica de la obra. Piadosa y elusiva, la página Wikipedia nos informa de que “Hanff, que nunca ocultó su afición a los cigarrillos y martinis, desarrolló diabetes, que fue lo que causó su muerte”. Olvida mencionar el pequeño detalle de que, olvidado el éxito del libro, falleció en medio de la más absoluta de las pobrezas. El azar, que le había regalado un notorio paréntesis de fama, decidió que volviese al anonimato durante sus últimos años.

2 comentarios:

Ana dijo...

Un libro que he leído en varias ocasiones y con el que disfruto siempre. La película también me gustó. Tantas historias reales que darían para una novela...Saludos.

Dorotea Hyde dijo...

Hola:

Disfruté mucho de su lectura. Tiene sus momentos duros, nunca explícitos pero, al menos a mí, me llenó de energía e ilusión, deja muy buen gusto al terminar aunque sí, la autora no tuvo muy buen final.

Un saludo