jueves, 26 de diciembre de 2019

Los usurpadores




Quizá una de las injusticias más absurdas y flagrantes que se vertieron sobre el granadino Francisco Ayala la perpetró Paco Umbral al escupir que era la menor cantidad de escritor que cabía dentro de un escritor. Pero al ingenioso veneno de ese dictamen se puede oponer un eficaz contrapeso: la lectura de cualquiera de sus libros, donde se desmiente con rotundidad el presunto acierto de la etiqueta. Por ejemplo, la colección de relatos que lleva por título Los usurpadores, que cobija siete historias primorosamente memorables.
¿Qué se le puede objetar a “San Juan de Dios”, la conmovedora historia del soldado que descubre la luz de la fe y reconduce su vida por senderos piadosos? ¿Quién no disfrutará literariamente —y aprenderá sobre la historia medieval española— con las páginas de “La campana de Huesca”, donde Ramiro el Monje deberá asumir las riendas de un poder monárquico que nunca ha anhelado ni requerido? ¿Cómo no quedar pensativo con el trasfondo de “Los impostores”, que nos habla de un hombre que pretende ser el rey luso don Sebastián, desaparecido durante la batalla de Alcazarquivir y que retorna para exigir sus derechos? ¿De qué manera no quedar subyugado por la excelencia casi etérea —la levedad argumental es asombrosa— de “El Hechizado”, resumen espléndido de la burocracia y la decadencia imperial de una España erosionada por la desidia? ¿Y quién no tragará saliva tras escuchar la voz enterrada de quienes han muerto en un combate (en todos los combates) y charlan, profundos y desengañados, bajo la piel yerta del campo?
Incuestionable y convincente, la literatura de Francisco Ayala despliega toda su musculación en el terreno donde quizá más cómodo se encontraba: el mundo del relato. Cómo no aplaudir.

1 comentario:

mariano sanz navarro dijo...

Umbral, a veces, se dejaba llevar por su ego exacerbado y metía la pata hasta el corvejón. Bien reivindicado don Francisco.