jueves, 20 de junio de 2019

Flappers y filósofos




Francis Scott Fitzgerald fue el fotógrafo verbal de una época extraña de los Estados Unidos. Una época de alegría, desenfado, ligereza (los “Felices 20” fue un rótulo que tuvo mucho éxito como etiqueta generacional); pero también un tiempo atroz de crujidos sociales, simbolizados en la crisis bursátil de 1929. Y Scott Fitzgerald ejemplifica a la perfección ese universo jánico: fue un hombre de éxito y de fracaso (curiosamente, su novela El Gran Gatsby fue un aparatoso fiasco de ventas), de amores y desamores, de esplendor y decadencia, de luces fulgurantes y de sombras más bien cochambrosas (trabajó como guionista, por un sueldo miserable, para la Metro Goldwyn Mayer)… Andrés Barba, traductor y prologuista de la obra Flappers y filósofos resume su retrato de forma atinada diciendo que fue “el soldado que nunca luchó, el deportista que nunca jugó, el escritor que nunca terminó de verse reconocido” (p.13). Y es verdad. Pero antes de verse atropellado por ese vendaval de contradicciones, Fitzgerald fue un joven que, a los 24 años, puso sobre el papel estos ocho cuentos magníficos, llenos de humor, desenfado, ironía y buenos modos literarios, que ya servían como preludio de lo que vendría después.
“El pirata de la costa” nos presenta a la insoportable Ardita, una rica y caprichosa heredera que lleva por la calle de la amargura a su tío, el señor Farnam, y que descubrirá al amor de su vida de un modo rocambolesco. “El palacio de hielo” nos presentará la historia de Sally Carrol Harper, quien tendrá que salir de su mundo para descubrir que lo que busca, en realidad, lo tiene al lado. “Cabeza y hombros” está protagonizada por Horace Tarbox y Marcia Meadow, un joven genial y una bailarina alocada, cuyos destinos trazarán un inesperado bucle. “La fuente de cristal tallado” nos aproxima a un objeto simbólico, sobre el que Evelyn Piper exonera la rabia de su vida. “Bernice se corta el pelo” es un relato humorístico de corte adolescente, igual que “Bendición” es una bagatela misticoide, de escaso interés. “Dalyrimple se equivoca” es una joya irónica, donde asistimos a la degeneración imparable de Bryan, un regresado de la guerra, que se enfanga en trabajo mezquinos, en pequeños hurtos y, finalmente, en un puesto político que lo llevará hasta el Senado. Y “Los cuatro golpes”, con el que se cierra el tomo, se antoja impecable, salvo en la prescindible moralina final.
En suma, un libro donde podemos conocer lo que escribía Francis Scott Fitzgerald cuando aún no era el autor célebre que el cine y la historia de la literatura nos muestran.

1 comentario:

La Pelipequirroja del Gato Trotero dijo...

Lo tengo en casa desde hace muchos años y aunque hace lustros que lo leí, sigo guardando muy buen recuerdo 😉

Besitos 💋💋💋