sábado, 29 de junio de 2019

Caimán




Leí Caimán, si la memoria no me falla, allá por 1995 o 1996, en la edición de Iglesias Feijoo y Mariano de Paco (Espasa-Calpe, Madrid, 1994); y vuelvo a ella veinticinco años después, para reencontrarme con el estremecedor testimonio de un trío atormentado cuyos integrantes son el cojo Néstor y el matrimonio formado por Dionisio y Rosa, que perdieron a su hija en circunstancias bastante traumáticas.
Sigue maravillándome cómo Buero Vallejo es capaz de sumergirse en los crudos territorios del dolor, el conformismo y la amargura para construir muchas de sus piezas teatrales, llenas de heridas secretas, de golpes hondos, de lágrimas calladas.
Y rescato los tres fragmentos que subrayé en rojo en mi primera lectura: “Los niños son los animales más feroces de la zoología”. “No te recrimines. No hay culpas. El mundo está mal hecho”. “Somos una especie sin porvenir”.
Muy enriquecedor, sumergirse en las páginas de don Antonio.

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