Me acerco hasta una novela del egipcio Naguib Mahfuz, del que
todo lo que he leído me ha parecido interesante: se trata de Un señor muy respetable, que me traduce
con amabilidad María Luisa Prieto (Plaza & Janés, Barcelona, 1994). Cuenta
la historia de un pobre muchacho que se obsesiona con el escalafón burocrático
y que convierte su existencia en un absurdo maratón extenuante, en el que
renuncia a todo (amor, felicidad) con tal de ir subiendo en las gradas
administrativas. Al final, con ironía bastante cruel, termina fracasando
“vitalmente”, pero también “burocráticamente”.
Mahfuz se ha reído (quizá con ternura, quizá con
conmiseración) de este pobre engañado, de este desnortado esencial. Me ha
parecido una narración estupenda, dignísima, de estilo sobrio y exquisito,
resuelta con innegable talento. Quizá me tendría que ocupar con más frecuencia
de este narrador.
“Toda la vida puede resumirse en dos palabras: hola y adiós”.
“Odiaba los sermones que incitaban a la indolencia, los consideraba una
blasfemia contra Dios”. “Uno se siente relativamente seguro porque cree que la
muerte es lógica, que opera sobre la base de premisas y conclusiones, pero
muchas veces la muerte nos sorprende sin avisar, como un terremoto”. “La
felicidad existe, pero el camino no siempre es llano”. “Hasta ahora había
creído que las personas sabias eran felices”. “Uno comete errores tan a menudo
como respira”.
1 comentario:
Se me ha ido la cabeza durante unos minutos por las nubes, un viaje a Marruecos me ha venido a la mente...ainssss.
Me encanta como cuentas las cosas.
Besitos.
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