A veces
tenemos tan cerca lo grandioso que no reparamos en sus peculiaridades, y
pasamos a su lado con ojos ciegos, como si sospecháramos que la brillantez no
habita sino lejos en el espacio o en el tiempo. Pero el escritor murciano
Víctor M. Mirete, reacio a admitir estas suposiciones, ha tenido la espléndida
idea de elaborar una biografía, muy ágil y muy amena, sobre el actor Juan
Bastida Arce, que no nació en Madrid o Barcelona, sino en Beniaján; y que no
creció durante los años turbulentos del siglo XVII, sino que vino al mundo en
1953.
Y en
estas páginas descubrimos a una persona y a un personaje, magníficamente resumidos
por el biógrafo, que nos entrega una voz cálida, sincera, arrasadora, llena de
rápidos y de meandros, como un río existencial que se va contando a sí mismo a
través de infinitos detalles: un padre exmilitar de la República; una niñez en
la que pronto descubrió el desconcierto de la sexualidad (un vecino de apenas
catorce años lo masturbaba, teniendo él seis o siete); una temprana afición por
la música, truncada por un desgraciado accidente laboral que le amputó parte de
sus dedos; un fervor tumultuoso por el mundo de los escenarios (que se comenzó
a consolidar cuando en 1975, apenas acabado el servicio militar, se matriculó
en la Escuela de Arte Dramático de Murcia y comenzó a relacionarse con Jacobo
Fernández Aguilar y después con César Oliva); y una exultante dedicación a las
bellas gimnasias del sexo, que durante toda su vida lo llevaron a camas
femeninas y masculinas.
A través
de anécdotas chispeantemente narradas Víctor M. Mirete consigue que nuestra
atención lectora no decaiga ni una sola vez y que el libro, editado por el
sello Dokusou, se convierta en un homenaje a la alegría de vivir, a través de
sus mejores manifestaciones: el teatro, la amistad, la honestidad, la risa, el
sexo, los viajes, la cultura.
Qué
hermoso homenaje, pardiez.
1 comentario:
Voto a bríos que lo es, bonito homenaje.
Besitos.
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