Acabo la miscelánea
Espíritu de la letra, de José Ortega
y Gasset (Espasa-Calpe, Madrid, 1965), del que me fatiga la pedantería
intelectual (los que no piensan como él andan errados, y al resto lo llama
vulgo), su infantilismo exhibicionista (“acuña” la forma léxica ‘rigoroso’ y,
por si no nos habíamos fijado bien, la sacude en todos los escritos del volumen,
tenaz y cansino como una gotera estruendosa) y su frustración por no haber
nacido en Alemania. Me gustan, eso sí, algunas observaciones, como el carácter
donjuanesco de Ulises; o la tesis de Westenhofer (p.73) de que es el mono quien
deriva del hombre. Pero no mucho más. He notado demasiadas veces la irritación
de estar leyendo a quien pretende (y se adivina falso) saberlo todo. Esta vez,
don José, no puedo aplaudirle.
“Se es intelectual
en la medida en que se sea voluptuoso de problemas teóricos, de ideas”.
“Ciencia es aquello sobre lo cual cabe siempre discusión”. “Siempre es más
fecunda una ilusión que un deber”. “Avanzamos siempre por la vida entre el
misterio innumerable de las amistades y enemistades desconocidas”. “De todo
cabe una beatería”. “El consejo de quien nos es muy próximo es el más
peligroso, porque solemos atenderlo y con ello desviarnos de nuestro destino”.
“Mientras yo no sepa lo que es el universo, mi vida no tiene sentido”. “El
termita del autoanálisis”.
1 comentario:
Ortega, Gasset y yo no nos hemos llevado muy bien nunca 😂😂😂😂 No ha sido un autor con el que empatizar. Ea.
Besos
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