Novela larga, juvenil y perfecta, que leí y reseñé en la prensa murciana
allá por septiembre de 1996: Las máscaras
del héroe, de Juan Manuel de Prada (Valdemar, Madrid, 1996). La releo ahora
con más reposo, pero con el mismo deslumbramiento estilístico que entonces. En
ella, Fernando Navales nos cuenta las peripecias reales o inventadas de Pedro
Luis de Gálvez, poeta olvidado del primer tercio de nuestro siglo, que recayó
desde la niñez difícil y la juventud bohemia hasta la infamia y el crimen. Con
un estilo brillante, sinuoso de metáforas, imaginativo y fértil, Juan Manuel de
Prada se adentraba por los vericuetos de la novela con un increíble primer
paso, de extraña e incontestable perfección. Además, y por si todo lo ya
expuesto no se antojara suficiente, la amenidad preside sus líneas cuando nos
habla de las correrías nocturnas de aquellos vividores que poblaron el Madrid
de los años veinte y treinta; del asesinato de Canalejas (en el que Gálvez
actuó como cómplice, según Prada, y teniendo a Ramón Gómez de la Serna como encubridor
ignorante del asesino); del intento de desvirgar a Jorge Luis Borges en un
prostíbulo (Navales es quien, según propia confesión, llega a abrirle la bragueta);
de un concurso de pedos en la célebre Residencia de Estudiantes; del saqueo
nocturno de un camposanto; del nacimiento de la Falange ; de un atentado
frustrado contra José Antonio Primo de Rivera; etc.
Otro detalle que llama la atención es la advertencia final de Prada, en el
sentido de que los personajes del volumen, aun los históricos, han sido
tratados con perfecta creatividad literaria. Me gusta que estas frases figuren
al final del tomo, y no al principio: le añade verosimilitud, porque nos “desengaña”
cuando ya hemos salido de la historia, y no a priori.
“Con demasiada frecuencia, la verdad sólo encubre la falta de imaginación”.
“Mejorar la vida de la
Humanidad no es obra de una generación, sino de muchas y de
muchos esfuerzos”. “El escritor de raza se distingue del diletante por su
instinto asesino, lo cual no quiere decir que escriba mejor o peor”. “La
pornografía es otra forma de la taxidermia”. “Los espejos no reflejan la
realidad, sino que la anticipan”. “Para ser un humorista cabal, hay que padecer
algún desarreglo gástrico”. “Un escritor se fortalece perseverando en sus
errores”. “Nada tan socorrido como atribuir las calamidades de la patria a un
gobernante extinto”. “El remordimiento es una especie de cobardía retrospectiva”
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