El rey
Arturo. La Tabla Redonda. Excalibur. La reina Ginebra y sus amores con
Lanzarote. El castillo de Camelot. La misteriosa isla de Avalon. Morgana… Pocas
historias han dado tanto de sí en el mundo de la literatura, del cine, del
ensayo, del cómic, como el ciclo artúrico, formado por un conjunto de leyendas
e historias de variada procedencia que se fueron compactando literariamente
hacia el siglo XII.
El
estudioso Carlos García Gual se aproxima a esta materia con afán divulgativo y
compone Historia del rey Arturo y de los
nobles y errantes caballeros de la Tabla Redonda (Alianza Editorial), una
obra escrita con enorme sabiduría y con enorme amenidad donde nos explica que
existen indicios que permiten sospechar la existencia histórica de un guerrero
que quizá sirvió como base para crear la figura mítica de Arturo. Era “un
posible caudillo militar de finales del siglo V” sobre el que se superpusieron
adherencias clásicas y religiosas, hasta que Geoffrey de Monmouth unificó y
llenó de fantasía la historia.
Lentamente
se va configurando la silueta de un monarca liberal, generoso, justo e idílico
que, primus inter pares, se sienta a la Tabla Redonda con sus nobles y organiza
a su alrededor un espacio novelesco de singular armonía.
En este
proceso ocupa un papel preponderante Chrétien de Troyes, uno de los primeros
novelistas europeos, muy interesado en la historia de Tristán e Isolda y que
redacta sus textos en pareados octosílabos. Carlos García Gual lo elogia
diciendo que “es mucho más que un buen narrador, es un poeta y un educador”. Él
introduce en el ciclo artúrico el Grial, que no es en sus orígenes más que un
plato ancho (“gradalis”). Robert de Boron desarrollará después la parte
religiosa identificándolo con el cáliz usado por Jesús en la Última Cena. Y
resulta evidente que “la senda que lleva al Santo Grial es un sendero de
perfección ascética cuyo ritual es preciso y supone tanto una ascesis interior
como la práctica de los sacramentos”.
Con una
prosa sobria y con una documentación exhaustiva, García Gual nos va desgranando
las diferentes versiones que se han popularizado sobre las historias artúricas,
desde sus orígenes hasta la versión musical wagneriana o la revisión paródica
de Mark Twain (Un yanqui de Connecticut
en la corte del rey Arturo, 1889). Muy interesante.
1 comentario:
Se que no tengo perdón ni seriedad alguna y ya no digamos vergüenza pero...es que cada vez que veo algo relacionado con el Rey Arturo no dejo de pensar en los Monty Pytons y me da la risa!!! lo mismo me pasa con ciertas lecturas de la biblia cuando voy a alguna boda o bautizo, pienso en Bryan y hala, otra vez de risa floja... ya ves, de todo tiene que haber en el mundo.
El día que me lo tome más en serio, le echo un vistazo.
Besitos.
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