A veces, un objeto, una anécdota o una fecha se
pueden convertir en el centro de una historia familiar. Y las sucesivas
generaciones crecen y sucumben bajo el influjo de ese elemento especial, cuya
importancia nadie entiende desde el otro lado de los muros domésticos. Es lo
que ocurre en esta novela del premio Nobel sueco Björnstjerne Björnson, que
traduce Anders Heyerdall para la editorial
Eneida.
Aquí el elemento simbólico recae
sobre una música que compuso Ole Hangen y que acompaña siempre a las bodas felices
de sus descendientes... salvo en el caso de Endrid. Él contrajo matrimonio a la
edad de 31 años con una chica jovencísima (17) y todos vieron en esa ceremonia
un enlace más dominado por el pacto económico que por el amor. Quizá por eso la
música no obró el delicioso milagro de hacerlos felices. Sus dos primeros hijos
murieron siendo unas criaturas, y las dos hijas que vinieron después se criaron
en un ambiente de tristeza familiar, sólo aliviada por el carácter alegre de
sus abuelos.
Pero cuando la mayor de las niñas,
Mildred, encuentra a Hans Hangen y se enamora de él casi al instante, todo
retorna a la pureza original: la música suena en su boda con la brillantez y
los buenos augurios que siempre tuvo para sus ancestros.
Escrita con una prosa sobria, que
alcanza pocas pero interesantes cimas de lirismo, esta novela de Björnson se
lee todavía con agrado en la actualidad, pese a que describa un mundo montañés
cuyas costumbres y cuyos mecanismos sociales, económicos y hasta eróticos se
nos antojen ya tan lejanos.
1 comentario:
Bueno es saber de él, no lo conocía.
Un saludo
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