Hay
libros (pocos, muy pocos) que, una vez leídos, me dejan con un escalofrío
bajando por mi espalda y con la humedad subrayando mis ojos. Pero me adelanto a
aclarar que no se trata de folletines lacrimógenos, sino de obras muy bien
escritas, de honda humanidad, sin asomo de gazmoñería o de burdas concesiones a
la lagrimita fácil. He vuelto a experimentar esa sensación, después de varios
años, con Mi planta de naranja lima, de José Mauro de Vasconcelos, que
he podido leer gracias a la traducción de Carlos Manzano para Libros del
Asteroide. En esta novela se nos cuenta la historia de un niño muy pobre y muy
cabra loca, Zezé, que no deja de realizar travesuras por todo su barrio porque,
según nos dice, se encuentra bajo la influencia del Niño Diablo. Eso no impide
que sea un chico tierno, dulce y cariñoso, que soporta con paciencia los golpes
que le propinan todos (el padre, porque se encuentra sin empleo; sus hermanos,
por considerarlo un rabo de lagartija; los vecinos, para ver si lo enderezan).
Huérfano de afecto, el pequeño Zezé dispone solamente de tres asideros
emocionales: su maestra, doña Cecília Paim, que lo juzga un espíritu noble; el
portugués Manuel Valadares, que tiene el coche más bonito del pueblo y que se
convierte en su mejor amigo; y su pequeño arbolito de naranja lima, con el que
habla cuando están a solas.
El
niño, que de mayor sueña con ser “poeta y sabio” (p.33), protagoniza algunas
escenas conmovedoras: cuando lleva a su hermanito Luís a una entrega de regalos
caritativos navideños, pero al llegar descubren que el reparto ha terminado
(“¿Por qué no me quiere el Niño Jesús?”, p.48); cuando, avergonzado por haber
dicho en voz alta que es muy triste tener un padre pobre, sale a limpiar
zapatos para comprarle cigarrillos; o cuando roba todos los días una flor para
regalársela a la profesora y que su jarrón de clase luzca más hermoso. Son tres
momentos que entresaco del amplio ramillete que ofrece el libro.
Y, por favor, no me pidan que les cuente más. Sería un sacrilegio arrebatarles la alegría de descubrir esta novela por sí mismos. Les aseguro que puede resultar una de las experiencias más bellas y conmovedoras que hayan sentido en los últimos años.






