Termino en una hora el libro ganador del V Premio de poesía
Claudio Rodríguez, que fue El príncipe
rojo, de Almudena Guzmán (Hiperión, 2005), que me ha parecido un poemario
limpio, nítido, casi transparente, donde el lenguaje está usado con una pasmosa
sencillez. Mientras avanzaba por sus páginas tenía la sensación de estar
bebiendo un vaso de agua fresca en pleno verano. No lo sé decir con mejores
palabras. Es eso. Esa sensación casi física de plenitud llana. Algo elemental,
inexplicable, sin recovecos. Y lo curioso es que mirándolo desde el punto de
vista “técnico” (horrible adjetivo: os pido perdón), estos versos parecen
contener tan pocos elementos literarios que se me antoja complicado explicar
por qué me han llamado tanto la atención. Será la magia de la literatura. Y ya
está.
“La vida bien vale una muerte”, escribe la poeta. También podría decirse que la vida bien vale un buen libro.
1 comentario:
Hay quien pondría en duda que un poemario puede ser limpio, nítido y sencillo, mucho prejuicio con el mundo del verso.
Pinta maravillosamente bien.
Besos.
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