Si pretendiésemos conocer dónde se encuentra el motor central
de este libro de Eric Luna (que acaba de publicar el sello Boria), tal vez
sería suficiente con acudir a la página 115 y copiar las palabras que César
deposita en los oídos de Isaac (“La mejor manera de no hundirte es no andar
pensando, todo el rato, que estás nadando por tu vida. Es más fácil decirlo que
hacerlo, lo sé, pero hay que disfrutar cada brazada. Cada metro recorrido. Es
lo que yo llamo el arte de mantenerse a flote”). Y digo que sería “suficiente”
porque la mayoría de los personajes que nos son presentados en estas magníficas
páginas convierten la vida en una aventura, en una gozosa y perenne pirueta, en
un presente ecuménico que se saborea con placer. A ratos, como es natural,
brota el desánimo, florecen las dudas y palpita el desierto de la
incertidumbre; pero el jazz, el alcohol o el sexo contribuyen a que de
inmediato se restablezca el orden. O el desorden. O el orden paralelo,
personal, subjetivo, que a la postre es el único que nos consigue hacer
felices.
En este cosmos narrativo nos encontramos con camareros que no
reprimen las ganas de contestar de forma cáustica al cliente maleducado; con
desempleados que intentan escribir para rellenar sus horas vacías y que son
sometidos a la vigilancia de unos burócratas muy singulares; con inspectores de
policía que acaban de ser jubilados y chapotean hacia un futuro agrio; con
españoles que buscan la estabilidad laboral en Chile; o con jóvenes que
languidecen en la grisura de una fábrica de bizcochos y que encuentran en la
música una ventana por la que huir. Añadamos el desasosiego que se respira en
el relato “Moloch 3000”; añadamos la delicada belleza existencial de
“Mecanografía”; añadamos el humor paródico de “Ganapanes” (donde el
protagonista es un escritor español, fácilmente reconocible). ¿De verdad que
necesitan más motivos para adentrarse en ese volumen?
Háganme caso e inténtenlo.
2 comentarios:
Pues ahí radica uno de los mayores miedos de mi vida: el miedo a ahogarme en el mar. Todo me viene de pequeña que caí al pantano desde una rueda gigante que usábamos de flotador, continuamente me daba en la cabeza y no me dejaba emerger. Todos me gritaban: ¡nada hacia un lado, nada hacia un lado! pero yo todo era intentar salir hacia arriba, y no podía, hasta que me sacaron 😣😵
Pocas veces disfruto los caminos porque mi cabeza no deja de pensar en el final.
Oye, que me encanta el libro, así te lo digo 💋💋💋
EL ARTE DE MANTENERSE A FLOTE.
Compré este compendio de relatos hace dos años, en la Feria del libro de Murcia. Lo dejé pendiente, ahora aseguro que por error. Hoy, un poco necesitado de cambiar de foco, dejando aparte asesinos, asesinados, corruptos, tramposos, detectives y forenses he decidido acudir a los relatos cortos de "El arte de mantenerse a flote" de Eric Luna, Boria ediciones, 2021.
Un verdadero acierto por mi parte. Un deleite de palabras, imágenes, ruptura con lo estándar. Algo socarrón, no deja de plasmar lo que sentimos muchos de nosotros en este mundo preprogramado del que no tenemos las claves, pero existir, existen, otros las tienen.
Humor chocante, gris, negro.
Ciencia ficción, distopía
Desasosiego y pasmo, incredulidad dentro de lo creíble.
Intimista a niveles emocionales.
En concreto, "Un relato bebop" es de lo mejorcito que he leído 👍❤️
Todo esto y más en estos doce relatos
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